Levante almeriense

De Almeriapedia
(Redirigido desde «Levante Almeriense»)
Saltar a: navegación, buscar


Listado de Municipios

Geografía e Historia

La comarca de Levante Almeriense, la más oriental de la provincia de Almería, se encuentra al borde del mar Mediterráneo. Linda al Norte con la Comunidad de Murcia, al Oeste con la Sierra de las Estancias y al Sur con el Campo de Níjar. El territorio comprende los municipios de Antas, Bédar, Carboneras, Cuevas de Almanzora, Sorbas, Los Gallardos, Garrucha, Huércal Overa, Mojácar, Pulpí, Turre y Vera. Su territorio, entre el litoral y el paisaje escarpado del interior de la provincia, alberga desde sierras, de poca altura, como las de Bédar, Lisbona, Cabrera, las Sierras de Los Pinos y del Aguilón, Almagro, Almagrera, la vertiente sur de la Sierra de las Estancias hasta fértiles valles, surcados por los ríos Almanzora, Antas, Aguas y Alias, en cuyas vegas se asientan los núcleos de población y se desarrolla una rica agricultura. Al interior, la presencia de yesos, margas y calizas ha dado lugar a la formación de un modelado kárstico que produce formas como la del cañón del río Aguas, pero que se caracteriza sobre todo por la presencia de numerosas cavidades, favoreciendo la afición a la espeleología. Al sur, el conjunto volcánico terciario que conforma el Cabo de Gata, entrante volcánico en el mar, de formas suavizadas por el tiempo, y que por sus condiciones climatológicas se ha convertido en un espacio privilegiado para algunas especies vegetales, razón por la cual fue declarado Parque Natural, Reserva de la Biosfera desde 1997. Mientras que al norte del Parque, las línea costera se caracteriza por la presencia de playas, casi sin interrupción desde el sur de Mojácar hasta el norte de Vera, y algo más discontinua entre Cuevas de Almanzora y Pulpí.

Este rincón del territorio andaluz ha sido codiciado por numerosos pueblos desde la Antigüedad, ya sea por su paisaje (con clima mediterráneo casi subtropical, con características templadas o continentales al Oeste y Norte, mientras que al Sur y Este se vuelve semiárido), sus playas hasta hoy casi vírgenes, el encanto de sus pueblos y la hospitalidad de sus gentes, siendo hoy un enclave único, con sus propias señas de identidad. Desde los musulmanes, que quedaron prendados de su belleza hasta viajeros de la talla de Gerald Brenan, pasando por escritores como Virginia Wolf y Juan Goytisolo, y otros numerosos han elegido sus poblaciones para vivir.

El medio se ha visto muy influenciado por la acción de las distintas civilizaciones que a lo largo de la historia se han asentado en el mismo. Los primeros asentamientos humanos datan del Paleolítico Superior como muestra la Cueva de La Zájara I y II (Cuevas del Almanzora). Del Paleolítico y el Neolítico han aparecido hallazgos en varios municipios de la comarca, mientras que la presencia del Cobre se constata en Turre y Vera, perteneciente a la cultura de Los Millares. Más adelante, los habitantes de El Argar (Antas) marcaron un nuevo hito en la historia, imprimiendo un sello personal a la Edad del Bronce, siendo en esta época cuando la comarca experimenta un intenso poblamiento propiciado por las explotaciones argentíferas de las Sierras de Almagrera y Herrerías. Serán los protagonistas de la cultura que se desarrollaría en el sudeste peninsular entre los años 1900 y 1300 a.C.: la cultura argárica. A este mismo marco cultural pertenecen varios yacimientos de la zona, destacando el de Fuente Álamo en Cuevas del Almanzora. En el siglo VIII a.C. los fenicios desembarcaban en las costas del Levante Almeriense para fundar una factoría en Villaricos, uno de los yacimientos más relevantes de la provincia; aquí se ubicó la próspera ciudad púnico-romana de Baria. Iberos, cartagineses y romanos antecedieron a los musulmanes llegados en el siglo VIII. La actividad minera continuó con los cartagineses y los romanos, mientras que con los árabes la agricultura de regadío fue tomando auge como actividad económica principal, cuyo modelo ha perdurado hasta ya bien entrado el siglo XIX.

Fueron los antiguos pobladores de al-Ándalus quienes confirieron a la comarca un carácter que aún hoy permanece vivo en la arquitectura popular, los topónimos de la zona o el poblamiento disperso, innumerables pedanías que recuerda a las alquerías musulmanas. Poblaciones de origen y fuerte impronta árabe son Bédar, Huércal Overa, Vera y Mojácar. Este último pueblo, la antigua Muxacra árabe, donde convivían en armonía musulmanes, judíos y cristianos, es el que mejor expresa la esencia del Levante almeriense. La huella musulmana se respira en sus empinadas calles, estrechas y laberínticas, en la cal de sus casas y en las coloridas flores que ornan sus fachadas. Sobre 1488 la comarca es conquistada por los cristianos. Durante los siglos XVI y XVII las sublevaciones de los moriscos y las incursiones berberiscas marcan la historia de la comarca, como muestra la herencia arquitectónica popular y defensiva: Barrio de los Algares, barrio popular y antiguo enclave morisco con cuevas de perfecta arquitectura y balcones traseros al valle en Cuevas de Almanzora; murallas, torres y castillos en el litoral, como el Castillo de San Andrés (siglo XVI) en Carboneras. Y edificaciones religiosas como la iglesia fortaleza de Santa María, edificada tras la conquista cristiana en estilo renacentista en la ciudad de Mojácar.


Turismo y ocio

La oferta de ocio en esta comarca es muy amplia, desde todo tipo de actividades deportivas, el disfrute de un gran patrimonio natural y cultural o relajarse con un largo paseo por la sierra o playa. Cada municipio tiene algo que ofrecer al visitante: Carboneras un gran puerto pesquero, deportivo e industrial, bellas playas y fondos marinos aptos para la práctica del submarinismo; Mojácar, centro turístico de sol y playa por excelencia y con cortijos habilitados para el turismo rural; Turre, a los pies de Sierra Cabrera, concentra un buen número de restaurantes dedicados a la gastronomía de la comarca: gurullos, trigo, caracoles…; Bédar, en las estribaciones de la sierra de Filabres, para la práctica del senderismo y el turismo rural. Garrucha con puerto deportivo, pesquero, y su lonja de pescado; Vera, con una importante oferta comercial y buenos restaurantes, ha visto crecer en sus playas numerosas urbanizaciones y hoteles, con amplias zonas dedicadas al naturismo o nudismo. Antas, centro agrícola con ricos yacimientos arqueológicos; Cuevas del Almanzora, con su singular casco urbano, ve desarrollar sus infraestructuras turísticas en la costa, principalmente en Palomares y en Villaricos, con su puerto deportivo, con hoteles y una amplia oferta inmobiliaria; Huércal-Overa, en la sierra de Almagrera, con su arqueología minera, centro comercial y de servicios de la comarca; y Pulpí con desarrollo turístico en San Juan de los Terreros.

Quizá una de las poblaciones más atractivas para su visita sea Sorbas, que se alza sobre una pequeña planicie recortada por el barranco actual del propio río Aguas y un antiguo meandro abandonado. La adaptación del pueblo a esta particular orografía hace que una de sus más peculiares características sean sus casas colgadas, casi suspendidas sobre el barranco Afa, que las ramblas de Mora y Cucador se han encargado de esculpir. Junto a la propia belleza de sus calles, sus monumentos más importantes son la iglesia de Santa María -templo mudéjar del siglo XVI-, la plaza de la Constitución, la antigua Fonda, las casas del Duque de Valoig, del marqués del Carpio y la del duque de Alba, la ermita del Ronquillo y la de Nuestra Señora de Fátima. No deje de admirar las vistas que del pueblo proporcionan sus miradores, como el del Porche, Castillo, la Torreta y la Huerta. Sorbas mantiene además una tradición artesanal que ha perdurado durante siglos. En el barrio de la Alfarería perviven hornos árabes de leña, en los que se cuecen diferentes piezas de cerámica que es muy apreciada por su gran calidad y utilidad doméstica y decorativa.


Increíble mundo subterráneo

Si hay algo que caracteriza a Sorbas es el Karst en Yesos, un fascinante mundo subterráneo labrado por la acción milenaria del agua de lluvia sobre una potente roca de yeso. Más de 1.000 cavidades, en su mayor parte interconectadas, un espectacular y diverso universo de formaciones cristalinas: estalactitas, estalagmitas, columnas y corales, su enorme valor didáctico y científico y su gran interés espeleológico lo han convertido en uno de los karst en yesos más importantes del mundo, una de las joyas geológicas del planeta. La historia geológica del Karst se remonta seis millones de años atrás. Entonces el Mar Mediterráneo invadía la cuenca de Sorbas. En un periodo posterior, este mar se hace cada vez menos profundo, pues se ve sometido a un fuerte proceso de evaporación que determina la precipitación de un paquete de yeso de más de 100 metros de espesor. Cuando el mar se retiró, definitivamente, los yesos y demás sedimentos quedaron en superficie, expuestos a la lenta, pero implacable acción del agua de lluvia, dando lugar a este paisaje kárstico de inusitada belleza.

El agua de lluvia es capaz de disolver, lentamente, la roca de yeso generando abundantes depresiones cerradas en superficie. En ellas aparecen las ventanas del karst, las dolinas y simas, que conectan la árida superficie con la compleja red de galerías subterráneas. El agua, que penetra por estas ventanas, continúa su acción erosiva y moderadora, definiendo el sistema subterráneo más grande de España y el segundo del mundo explorado en yeso: el sistema de la Cueva del Agua, con casi 8.500 metros de recorrido. El Karst funciona como una gran esponja que recoge y almacena toda el agua de lluvia y más tarde sale al exterior a través de surgencias; son los manantiales. El más caudaloso es el de los Molinos, que nace en el cañón del río Aguas. La presencia constante de agua en este entorno árido produce un efecto oasis que genera un humedal de gran importancia ecológica. Adelfas, carriceras, juncos y álamos blancos crean bosquetes en galería que sirven de refugio a una nutrida colonia de aves acuáticas: carriceros, ruiseñores, martín pescador…etc. El agua fue también aprovechada por el hombre para, con una tecnología rural hoy abandonada (molinos hidraúlicos), propiciar la producción de harina y aceite a partir del cereal y olivar de secano circundante, dando origen a la población y huertas de los Molinos del Río Aguas.

Principales editores del artículo

Valora este artículo

0.0/5 (0 votos)