Poniente almeriense

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Listado de Municipios

Geografía e Historia

En esta comarca La Alpujarra almeriense termina y comienza la costa. El mar Mediterráneo acaricia esta comarca, una tierra que desde hace milenios ha sido un nexo de unión entre el este y el oeste. Muchas culturas diferentes pasaron por estas tierras que conjugan el paisaje costero con el territorio serrano y rural en la Sierra de Gádor. Sus playas, su riqueza de interior y los espacios naturales son los protagonistas de una comarca que ha sabido aunar desarrollo económico con un turismo responsable. Las reservas naturales son cuantiosas en esta comarca: el Paraje y Reserva Natural Punta Entinas-Sabinar y la Reserva Natural de las Albuferas de Adra son un lujo tanto para la región como para los amantes de la naturaleza.

Su emplazamiento estratégico, al pie de la sierra y al borde del Mediterráneo, hace que el Poniente Almeriense haya sido habitado por numerosos pueblos desde la Prehistoria. Los primeros vestigios de la zona se remontan al Neolítico, a la vecina cultura de los Millares y a la posterior Edad del Bronce. Fuentes literarias hablan de la fundación fenicia de Abdera (Adra) en el siglo VIII a.C. Se conocen restos fenicios en Roquetas del Mar y la costa de Berja, pobladas por cartagineses a partir del siglo VI a.C. De época romana existen numerosos restos por toda la comarca. En este periodo histórico, Adra es un importante enclave mediterráneo gracias al comercio de salazones de pescado y el preciado garum. Otras poblaciones romanas son Vergi (Berja), Turaniana (Roquetas de Mar) y Murgi, en el término municipal de El Ejido. Tras el dominio visigodo, Medina Barcha (Berja), Adra, Dayat (Dalías), Felix, el Nix (Enix) permanecen durante casi ocho siglos en Al-Ándalus. A pesar de la expulsión parcial de los moriscos (unos se quedan y otros regresan), tras la rebelión encabezada por Abén Humeya en 1568 y la posterior repoblación con algunos cristianos viejos, la huella andalusí permanece en muchas cosas: antiguos castillos, baños y aljibes dispersos por toda la comarca, estilo mudéjar en iglesias y edificios, arquitectura popular, calles estrechas y retorcidas, urbanismo, gastronomía, costumbres... En la Edad Moderna, la zona que ocupa la comarca tiene un descenso demográfico y sufre frecuentes ataques de los piratas berberiscos, como queda patente por los numerosos castillos y torres que jalonan el litoral. No será hasta el siglo XIX cuando este ámbito viva un nuevo periodo de prosperidad, sostenido en la minería de la Sierra de Gádor, la producción de la uva de Ohanes para la exportación, la pesca de almadraba y la industria salinera.

Riqueza natural

La Reserva Natural Albufera de Adra es un humedal costero, compuesto principalmente por dos lagunas, la Albufera Honda y la Albufera Nueva. Sorprende por su situación en un entorno semidesértico y rodeado de zonas de cultivo intensivo en el que contrasta con la relevancia y los valores naturales que presenta este espacio natural protegido. Se encuentra entre la desembocadura del río Adra y los Llanos de Dalias, suponiendo una fuente permanente de alimento y vida para la fauna residente en la zona. Sus aguas salobres provienen de las filtraciones de las aguas del mar y, sobre todo, de los aportes de las aguas de lluvia que llegan desde los barrancos de La Estanquera y de Las Adelfas. La presencia de aguas permanentes, junto con la suavidad climática de sus inviernos, hacen que este humedal se considere el más importante de la provincia de Almería y lugar de paso de las rutas migratorias que establecen las aves entre los continentes europeo y africano. Desde los observatorios dispuestos estratégicamente en las lagunas, se observa la abundante avifauna acuática, destacando la presencia de anátidas como el ánade real o el pato cuchara, que llegan en otoño desde el norte de Europa buscando alimento y un clima más templado para pasar la estación invernal. Durante la primavera la densa cobertura vegetal, formada por carrizales y cañaverales, proporciona un lugar seguro donde nidifican especies como la focha o el porrón pardo, que provienen de las lejanas estepas y regiones semidesérticas de Asia y que ocasionalmente llega hasta Andalucía o las zonas del Levante. Cercana a la Albufera de Adra se encuentra la ciudad que le da nombre. Su puerto pesquero presenta gran actividad y desde él es posible realizar una ruta en barco por las inmediaciones de la costa. Estas tierras costeras fueron colonizadas por distintas civilizaciones, entre las que destaca la cultura árabe, de la que quedan vestigios como la Torre de Guainos construida en el siglo XI. No obstante, el patrimonio mejor conservado se levantó durante el reinado de Juana I, que mandó edificar la Iglesia Parroquial de Adra, el castillo y las murallas que recorren la ciudad.

Otro enclave natural destacado es el Paraje y Reserva Natural Punta Entinas-Sabinar, que alberga uno de los sistemas dunares mejor conservado de la Península, además de ofrecer kilómetros de fina arena en su bella playa virgen. Realizando el sendero de las Salinas de Cerrillo, se aprecian áreas inundables, en forma de pequeñas charcas, marismas y salinas, donde se puede contemplar la abundante avifauna presente en estos parajes, como la elegante garza real, que permanece inmóvil a la espera de que algún pez pase cerca para arponearlo con su largo pico, o el pato cuchara, que debe su nombre a la forma de su enorme pico. Ya en el Charcón del Flamenco, entre eneas y carrizos, construyen estas peculiares aves sus nidos de barro, cuya puesta consta de un solo huevo. Cuando eclosione tanto el macho como la hembra comparten los cuidados del joven polluelo. En las inmediaciones de este espacio natural, se encuentra la localidad de El Ejido, donde es posible visitar la Torre Fortificada de Balerma o el Daimún, que es un mausoleo de una familia hispano-romana que data aproximadamente de finales del siglo III. También se pueden conocer los restos arqueológicos de Ciavieja, lugar de asentamiento del municipio romano de Murgi y que contiene restos de las civilizaciones que habitaron estas tierras desde el tres mil antes de cristo.

Baños árabes en Dalías

Numerosos hallazgos prehistóricos suponen la presencia humana en Dalías, en la zona de El Cerrón y El Cerroncillo, en la Edad de Bronce. Restos de un poblado ibérico y de cerámica romana atestiguan la presencia de estas civilizaciones, sin embargo, el pueblo es de origen musulmán y se desarrolla durante esa época con el nombre de Dalyat. La presencia de acuíferos en Celín permite la expansión de las zonas de regadío en las estribaciones de la Sierra de Gádor y el correspondiente aumento de la población. Alquería y fortaleza, en el siglo X cuenta con su mezquita mayor y se dedica a la producción de seda, a la cría de ganado ovino y caprino, y al cultivo de plantas aromáticas. El casco urbano mantiene su irregular trazado musulmán-medieval, con calles ciegas, plazoletas y viviendas con huerto, y su riqueza monumental tiene raigambre musulmana. Destacan las torres de los cerros Janda y Garita, así como la torre Aljízar, en Celín, que también data de la época nazarí, con planta octogonal en ladrillo sobre base de piedra. Otro monumento singular es los Baños de la Reina, único ejemplo completo de baños árabes en la provincia de Almería: un edificio de planta rectangular con tres naves, situado al pie de la colina donde se ubica la torre de Aljízar. Camino debajo de los Baños se alcanza el llamado Pantano de la Reina, una presa de origen árabe de la que sólo queda la parte superior que hace de puente a una vereda de Celín.

Gastronomía y festejos

La gastronomía local se caracteriza por la originalidad en la utilización de los ingredientes tradicionales de la sierra y la huerta: choto con ajos, tortilla de préstules (guisantes), ajoblanco, caracoles serranos en salsa, habas de la vega, gazpacho de Dalías, potaje de bacalao y arroz de caracoles picante. Los festejos religiosos y populares se suceden a lo largo del año: Hogueras de San Antón (enero), carnaval (febrero), Semana Santa, Día de la Cruz (mayo), Corpus Christi (junio), Fiesta de San Juan (junio), Festival folclórico (agosto), Festivales del Casino (septiembre) y Fiestas en honor del Santo Cristo de la Luz (septiembre).

Puerta de La Alpujarra

Berja se halla situada en un hermoso valle cubierto de parrales, al pie de la Sierra de Gádor, antesala y puerta natural de La Alpujarra. Su término municipal se extiende desde el monte Punta de la Higuera, con más de 2.500 m. de altitud, hasta las cálidas aguas del Mediterráneo, cruzándolo los ríos Grande y Chico, que al unirse forman el río Adra. El núcleo de Berja capital lo conforman en su origen tres alquerías musulmanas: Pago, El Zoco (antiguo mercado con la mezquita de Alcadim, hoy Plaza de la Constitución) y Julbina, la anterior Sulbius romana. Estos tres núcleos se repueblan en el siglo XVI y constituyen la base de lo que hoy conocemos como Berja. Casi de inmediato se traza el eje urbano principal a través de la emblemática calle del agua, bajo la cual se alzan nuevas casas que abren el resto de las calles. Tras el terremoto de 1804, Berja se remodela arquitectónica y urbanísticamente, sobre todo mediante la apertura de la avenida Manuel Salmerón y la plaza porticada del mercado, sin duda una de las mejores de la provincia de Almería. Entre sus monumentos destaca la iglesia parroquial de la Encarnación, fundada en 1501, destruida por el terremoto de 1804, y reconstruida a lo largo del siglo XIX. Resulta una obra excepcional dentro del neoclasicismo en Almería por su estructura basilical en tres naves separadas por columnas. En la ciudad existe un gran número de casas-palacio renacentistas y barrocas, en cuyas fachadas aparecen bellos escudos nobiliarios en piedra. Y en las afueras, en el paraje de Pisnela, se localiza el santuario de la Virgen de Gádor, de estilo mudéjar. Berja no se explicaría sin el conocimiento de sus fuentes y manantiales; ya los romanos las utilizaron y los árabes les dieron esplendor. En el siglo XIX las fuentes de Berja adquirieron un protagonismo muy especial. Esa agua, que procede en su mayoría de la Sierra de Gádor, fue aprovechada para una ciudad que, al amparo de una floreciente minería de plomo, se consolidó como una de las urbes más importantes de la Almería del 1800. Gracias a toda una red de fuentes de diversos estilos, entre los que destaca el neoclásico, los ciudadanos comenzaron a disfrutar de las ventajas del abastecimiento. Se cuentan más de treinta fuentes, divididas tanto en el caso urbano como en el extraurbano. Esta distribución permite al visitante, al realizar la ruta, no sólo admirar estas interesantes obras, sino que al mismo tiempo puede disfrutar de la contemplación del patrimonio cultural, artístico, histórico y natural, así como de la importante tipología constructiva y arquitectura popular del municipio.

Artesanía y folclore

En la artesanía popular encontramos cerámica, esparto y tejidos, destacando entre estos últimos la clásica manta alpujarreña tipo "arco iris", denominada así por su profuso colorido. La cocina local cuenta como platos más llamativos las migas, las sopas de ajo y el choto al ajillo. Como postres las uvas, las naranjas y los dulces típicos de pan de higos con almendra, los pestiños y las magdalenas caseras.

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