La Antigua Hidroeléctrica de Almócita
LA ANTIGUA HIDROELÉCTRICA DE ALMÓCITA
Así se llamaba la primera y única empresa de generación de energía eléctrica que hubo en Almócita. Su historia data del siglo XIX, cuando en muchos pueblos más grandes no había ni siquiera luz, Almócita tenia el privilegio de crear energía propia. La fábrica se instaló en el río Andarax, termino municipal de Almócita y su funcionamiento era por salto de agua. Para conducir el agua por el cauce, hicieron una “presa” en el río, mediante este llegaba el agua a un embalse llamado cámara del agua, tenía unos filtros para evitar la entrada de brozas ramas e incluso en algunas ocasiones animales muertos que el agua arrastraba, estos filtros conectaban a unos tubos inmensos ,de unos 200 metros, y la fuerza generada por la pendiente, era lo que ponía en marcha una turbina y esta a su vez transmitía el movimiento a un alternador, que ponía en funcionamiento la máquina. La fábrica tenía poca manipulación, lo primero era aflojar una rueda muy grande que daba paso al agua, después con otra más pequeña era con la que se encendía la luz, había que darle muy despacio e ir subiendo poco a poco, “parecía que nacía cada noche”, pintaba solo la resistencia cogiendo fuerza hasta llegar a la iluminación que señalaban los marcadores. Durante la noche, había que darle o quitarle fuerza, así de esta forma, en las horas clave de encendido bajaba o subía, dependiendo de la demanda que hubieses, es decir, mientras que en la madrugada había que restarle fuerza porque se disparaba la potencia al no tener cargas encendidas, durante el día ocurría el efecto inverso. El maquinista tenia que estar toda la noche pendiente de los cambios de tensión. Para apagarla por la mañana era el mismo procedimiento, apagar poco apoco y cortar la entrada del agua.
Almócita abastecía de luz a Canjayar, Padules y Beires, no había contadores, solo tenían una o dos bombillas por casa y se cobraba un recibo fijo. En esa época, para ir de un lado a otro se utilizaba el candil o farola de aceite. No había aparatos eléctricos, por lo cual el consumo era el mismo en todas las casas. Las almazaras, serrerías, amasadoras y todo lo que ahora es eléctrico, era “movido” por la mano del hombre o los animales. En Canjayar fue donde pusieron la primera serrería eléctrica, solo funcionaba por la noche porque por el día no había electricidad. Por el año 1955, poco más o menos, entró “El chorro” o Sevillana, que empezó a dar servicio por el dia y la fábrica por la noche. Cada vez hacía falta mas energía, el progreso traía consigo diferentes tecnologías y todas ellas se alimentaban de electricidad, empezaron las radios, las neveras, los televisores, las lavadoras,... y la “Fábrica” no tenía capacidad para abastecer esos niveles de consumo. La sucesión de estos acontecimientos resultó en la absorción de la empresa local y de menor tamaño, La Hidroeléctrica Almociténse, por la que a la postre y hasta nuestros días sería una de las mayores hidroeléctricas nacionales, Sevillana. Con la desaparición de la Fábrica, su último maquinista, se jubiló con ella, después de 45 años de servicio y sacrificio. Fue un trabajo muy duro, caminando por senderos muy malos y de más de 5 km de longitud, siempre por la noche, sin unas vacaciones, sin un día libre, los 365 dias del año, con lluvia, con viento, nieve, cada día el mismo recorrido. En definitiva una total dedicación por parte de todos los empleados de la “Fábrica”, por una causa tan necesaria como llevar llevar la luz a aquellos que la necesitaban.
PRESA DEL AGUA
La presa del agua que hacía que funcionase el compresor de la fábrica, estaba construida en el río Andarax, debajo de un tajo (Tajo de las Casillas), conectaba a un cauce para llevar el agua hasta un embalse (cámara del agua), el mismo que abastecía a la fábrica. La presa estaba construida con gavillas de cañas, cogidas de los alrededores de la zona, zarzales, sacos de arena, palos y toda clase de matorrales y algún que otro hierro (pocos porque en la época escaseaban). Llegaba a alcanzar 1,5 m y medio o más de altura. El trabajo para construirla era muy sufrido, porque tenían que estar metidos en el agua hasta la cintura, fuese invierno o verano. Cuando en el invierno había crecidas de río y se llevaba la presa los pueblos se quedaban sin luz hasta que la fuerza del agua volvía a bajar y podían volver a construirla. Había veces que los trabajadores se tenían que coger de la cintura con una soga (cuerda)y amarrarse a los álamos de las orillas del río para poder trabajar y que la corriente no se los llevasen. El cauce iba desde la presa hasta la fábrica por la parte alta del río como unos 2 Km o más río abajo.
LOS EMPLEADOS DE LA ELÉCTRICA ALMOCITÉNSE
La Fábrica contaba con los siguientes operarios:
Maquinista: Su misión era el mantenimiento de la máquina y controlar su encendido y apagado.
Ayudante del maquinista: se encargaba de controlar el agua, desde la presa, siguiendo su trayecto por el cauce para, ir limpiando todas las ramas brozas y cosas que arrastraba el agua, además de si había alguna fuga taparla.
Había fincas que se regaban con el mismo cauce y por ello tenía que vigilar e ir cerrando todas las compuertas. También se encargaba de limpiar los filtros de la cámara de agua y pasar la noche haciéndole compañía al maquinista, esa era su rutina diaria hasta que acababa su jornada labora, siendo el fin de está el alba de cada día, y es entonces cuando volvía a su residencia en el pueblo, para lo que tenía que andar 5 km por veredas y caminos.
Cuando se producían temporales de aire, perjudicaban a los pósteles de la líneas, ya que eran de madera, si se derribaba un poste, por efecto dominó caerían el resto acompañados del cableado.
Al producirse este hecho, los empleados tenía que ajustar su trabajo rutinario a las eventualidades y por ello tanto el maquinista, como el ayudante y el encargado, debían de acudir a su reparación, tan pronto les fuese posible, ya que de ellos dependía que el “corte” de luz se solucionase en la mayor brevedad y por lo tanto las familias volviesen a su normalidad. No era un trabajo fácil, ya que muchas veces la avería no era del todo visible, por lo que los plazos de reparación se alargaban, y suponían un mayor esfuerzo y dedicación de recursos.
Las funciones del ayudante del maquinista cambiaron en el momento que la Sevillana absorvió a la compañía local, siendo desde ese momento en adelante, sus ocupaciones bien distintas a la anterior etapa, reduciéndose tan sólo a vigilar y mantener la línea.
Instalador - cobrador: realizaba la instalación de los contadores, cableado y además, ejercía el cobro de los recibos, tras efectuar la lectura del contador. También y en este caso, el trabajador ocupado de estas tareas hacía las veces de encargado, organizando las cuadrillas extraordinarias, para diferentes tareas que presentaban, como: reparación de la presa, instalación de postes de la luz,... Incluso daba desde el transformador, la luz de noche y la quitaba por la mañana a las calles.
Había otro montador y cobrador en Canjáyar, que se encargaba también de tomar la lectura de los contadores y cobrar los recibos de la luz. En Padules y Beires también existía un empleado para estas mismas funciones.
La eléctrica era de muchos socios, había un socio mayorista o propietario del mayor paquete accionarial, este era el que disponía las cosas que había que hacer, como aquel que dice, “era el jefe”. Todos los años se reunían todos los socios, en esas reuniones, organizaba todo el funcionamiento de la fabrica y sus ganancias o perdidas
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