Iglesia de Santiago Apóstol (Terque)

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La iglesia parroquial de Santiago Apóstol es de fines del XVI, reconstruida sobre las ruinas de la que fue incendiada en la rebelión de los moriscos. El techo, mudéjar, es de ensambladura de madera, desprovisto de adornos. El altar mayor, churrigueresco. Antes había siete altares a los lados (hoy quedan dos).

La Capilla, barroca, estuvo dedicada a la virgen de la Aurora (Virgen en apoteosis), y actualmente a la Virgen del Rosario. Queda situada donde antes del incendio estuvo el Altar Mayor, o sea, orientada hacia el Norte. Fue una donación - según J. Santisteban- del Canónigo de Quito, doctor don Luis Pérez Navarro, que le cedió sus alhajas, muy valiosas.

La Cripta, situada debajo de la Capilla y hoy casi inaccesible, guardó el sepulcro del hermano del fundador y su esposa, y otros dos parientes, un capitán y un beneficiado, así como de otras muchas personas cualificadas y niños. Quizá guardase también los restos de los siete mártires en el incendio de la iglesia en 1568 murieron de asfixia.

En las obras de alcantarillado que se realizaron en 1982 se descubrieron todos esos restos humanos, que se recogieron cuidadosamente y fueron llevados al cementerio.

Había en la Capilla -según los escritos de J. Santisteban- una preciosa reliquia, regalo de su fundador, que "en plata sobredorada representa un pelícano bebiendo sangre de un corazón"; y cerrando la caja de veía "un óvalo en el que aparece un cordero pascual". Hoy la iglesia está dedicada a Santiago Apóstol, Patrono de Terque. La torre está rematada por una Cruz Arzobispal (muy parecida a la Cruz Oriental) recuerdo de su antigua pertenencia a la Sede Arzobispal de Granada.

La Iglesia de Terque perteneció durante todo el siglo XIX a la diócesis del Arzobispado de Granada, hasta que en el XX fue incorporada al Obispado de Almería. Su iglesia parroquial de Santiago Apóstol era servida por un cura párroco que a su vez atendía la iglesia parroquial de la Asunción de Ntra. Sra. De Bentarique como aneja de Terque. “…Dn Sebastián Benitez cura propio de esta Iglesia, y la de Bentarique su anejo…” (Arhivo Municipal de Terque Carpeta 1810-19. 24 de octubre 1808).

ENTERRAMIENTOS EN LA IGLESIA DE TERQUE La costumbre cristiana de enterrar en el suelo de las iglesias, monasterios, claustros, etc.., se mantuvo durante todo el Antiguo Régimen hasta principios del siglo XIX. A pesar de la resistencia de sectores tradicionales, a finales del XVIII los problemas de espacio en los templos, junto con la difusión de ideas que pretendían acabar con estas prácticas insanas que las relacionaban con focos de epidemia, llevaron a que se impusieran las políticas ilustradas. Carlos III promulga la Real Cédula de 3 de Abril de 1787, en la que se dice “… se harán los cementerios fuera de las poblaciones siempre que no hubiese dificultad invencible o grandes anchuras dentro de ellas, en sitios ventilados e inmediatos a las Parroquias y distantes de las casas de los vecinos…” ( Rodríguez Barberan, J: Los Cementerios de Andalucía. Ed. Junta de Andalucía. Sevilla 1993 )

Así, aquellos otros enterramientos se fueron eliminando por constituir peligrosos focos infecciosos para los asistentes a los lugares sagrados, en donde en ocasiones el aire llegaba a ser irrespirable ( Gomez Diaz, D: Bajo el signo del cólera. Facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas de Almería. Almería 1993): “…hedor intolerable que exhalaba la parroquia por los muchos cadáveres sepultados allí”, “experimentando los vecinos quantos efluvios o miasmas exala el enterramiento… y si que puede ofrecer graves consecuencias a la salud publica.” (Archivo Municipal de Almería. Leg. 1146.Doc 5.1807 ) El problema se hacía insostenible en las épocas de epidemia, en las que no se daba abasto para enterrar. Sin embargo, a pesar de estos problemas, las órdenes de 1787 quedarían en papel mojado hasta principios del XIX. Durante los primeros años del siglo, en la ciudad de Almería se seguía enterrando en el interior de las iglesias o en cementerios contiguos a éstas, en el interior de los núcleos de población, como en las Iglesias de San Juan, del Sagrario, etc., hasta la construcción del cementerio de Belén en 1810. En la catedral el cementerio se encontraban en el claustro interior.

En Terque se realizaba de igual modo, como vemos a través de un informe del ayuntamiento de 1807: “En este pueblo no conoze en el día mayor panteón ni enterramiento que la Iglesia Parroquial… y aun no se a señalado sitio para dicha obra, la espresada Iglesia Parroquial está en el sentro de este pueblo…” (Archivo Municipal de Almería. Leg. 1146. Doc. 5.1807 ).

También se aprecia en distintos testamentos de vecinos de Terque. Uno solicitó “… se me de sepultura en la Iglesia Parroquial de este pueblo…” ( Archivo Histórico Provincial de Almería. Sección Protocolos notariales. P-9076. Escribanía D. Juan Diego Andrés. 1825.). Y otro dejó escrito que “ es mi voluntad sea sepultado en la Iglesia Parroquial de esta villa rebestido y en la forma que se acostumbra a los sacerdotes, y en la sepultura que está señalada por mi al pie del altar de la Virgen del Rosario, sin que mis albaceas ni otra persona pueda señalar otra distinta…” ( Archivo Particular de J.A. y R.M. Rodríguez Cadenas. Terque. Testamento de Luis A. de Porras Andrés. Julio 1786. Presbítero de la villa de Terque y su anejo Bentarique. Vicario de la Taha de Marchena y la de Alboloduy. ).

En otros pueblos, como Huercal, el cementerio se hallaba contiguo a la iglesia, pero dentro de la población: “se hallaba conjunto y comunicable con la misma Iglesia y lindante con las propias casas por la parte de Poniente y Norte de que resulta que siendo los vientos mas ordinarios que influyen sobre el dicho pueblo el Levante y Poniente las miasmas putridas que exalan los cuerpos en el contenidos son absorbidos e inspirados por sus habitantes…” (Archivo Municipal de Almería. Leg. 1146. Doc. 5. 1807).

En 1806 y 1807 el comisionado para la construcción de cementerios de los pueblos del Reyno de Granada, Antonio Villanueva, pedía en varios despachos a las autoridades municipales del partido de Almería que se cumpliera con las reales órdenes que exigían la construcción de nuevos cementerios, alejados de los núcleos de población, y se evaluara por los médicos las condiciones sanitarias de los existentes.

A raíz de esta exigencia, “Las Justicias de los pueblos de Jergal, Enix, Sorvas, Bentarique, Illar, Stª Cruz, Terque y Alhama informan.. que en estos respectivos pueblos no sean construido cementerios y que han hecho barias solicitudes unos a la Junta de Diezmos de esta ciudad, y otros al Excmo. Sr. Marquez de Astorga dueño temporal, el que percive todos los diezmos para que lo ejecuten por los graves perjuicios que reciven a causa de hacerse los enterramientos en la Iglesia que lo son muy pequeñas y expedir mucho fetor particularmente en la estación de verano nada han podido conseguir.” (Archivo Municipal de Almería. Leg. 1146. Doc 5. 1807 ). “En este pueblo y demas de este estado de la taa Marchena todas las obras pertenecientes a la fabrica esta a cargo del Exmo. Marques de Astorga dueño de este Señorio por cuia causa la obra de enterramiento o cementerio de esta parroquia esta proyectada y de ella formada su plan… para lo qual tomé ya acopiados algunos materiales a alguna bariedad sobre el señalamiento del sitio… se construira en alto al norte del pueblo y a la orilla de la población…” (Archivo Municipal de Almería. Leg. 1146. Doc 5. 1806 ).

En Terque, a pesar de tener elegido el lugar y preparados los materiales, la falta de interés del Marqués de Astorga hizo que se fuera retrasando su construcción, la cual no se produjo hasta los primeros años de la década de 1830.


OBRAS DE REHABILITACIÓN DE LA IGLESIA

El estado ruinoso en que se encontraba el edificio de la iglesia, cuya construcción se remontaba al siglo XVI, llevó a solicitar en 1859 la ayuda de las autoridades para costear su rehabilitación. Las obras se prologaron hasta finales de siglo, por los sucesivos parones que sufrieron a causa de la insuficiencia de las subvenciones concedidas por el estado. Al final, los donativos de los vecinos fueron los que permitieron terminar la obra. La restauración de la torre, de la que se demolió el segundo cuerpo, transformó su antigua planta cuadrada (como podemos ver a través de los dibujos del catastro del Marqués de Ensenada de 1752) en otra con forma octogonal, que perdura en la actualidad.

El proyecto de 1859 fue obra del arquitecto D. Fabio Gago, éste cobró por su proyecto 640 rs. que fueron abonados el 12 de diciembre de 1862 a través de los fondos adelantados por los vecinos, mientras se autorizaba la subvención oficial para este fin que se elevó a dieciséis mil reales, “…que habiéndose aprobado el expediente instruido para la reparación del templo parroquial de la misma y librado diez y seis mil rs. con dicho objeto por R. orden fecha 4 de Abril último…” (Archivo Municipal de Terque. Carpeta 1860-62). Para administrar este dinero, se crea la Junta Local Inspectora de la Iglesia, presidida por D. Juan Nepomuceno de Porras y se crea un libro para recoger los gastos e ingresos. Las obras se desarrollaron bajo la dirección del arquitecto D. José Marín Baldo a lo largo de 1863 y en junio de 1864 se suspendieron por falta de fondos.

A través de las facturas que se han conservado, podemos ver que la obra se centró en la reparación de la cubierta de la iglesia y fue realizada por maestros alarifes de Terque y de Almería: “A Luis Castellón por 7000 tejas… 1540 rs A Pedro López Romero, maestro de cantero por piedras labradas para la cornisa de la Iglesia… 2070 rs. A Juan Soria para que los invierta en la compra de madera… 600 rs…” (ARCHIVO PARTICULAR DE J.A. y R.M. RODRÍGUEZ CADENAS. TERQUE. Obras de reparación de la iglesia de Terque de 1862.)

En 1867, con el proyecto de reedificación de la torre del arquitecto D. José Marín Baldo (fue el arquitecto que proyecto el Monumento a los Coloraos en 1868), se reanudaron las obras “se libraron 16.343 reales que los donativos del vecindario bastaron únicamente a sufragar los gastos de la reparación de los dos primeros cuerpos: pues en particular el segundo precisó demolerlo casi en su totalidad por el estado ruinoso que interiormente presentaba, fue necesario suspender de nuevo los trabajos… por haber sido infructuosas las gestiones practicadas para conseguir del gobierno el resto de la subvención otorgada.” (Archivo Municipal de Terque. Carpeta varios).

Las obras estuvieron paralizadas durante once años, en los cuales el edificio siguió deteriorándose “…los desperfectos que afectan tan sensiblemente aún a la parte restaurada del edificio, haciéndose por lo tanto indispensable … la adopción de medidas enérgicas, sino a de sufrirse la triste suerte del anejo Bentarique en cuya iglesia parroquial… a más de un año que el hundimiento de la capilla mayor impide la celebración de las funciones del culto…” (ibidem). En 1878, a iniciativa de las autoridades y del pueblo, se pide al arzobispado la autorización para la continuación de las obras, con el fin de no dilatarlas más “… que de practicarse han de ser solamente con donativos de estos fieles y sin gravar al estado toda vez del que no se pretende subvención alguna…”.

La donación de 1.000 pesetas que hizo por testamento D. Manuel José de Torres con destino a las obras de reparación de la iglesia se invirtieron en arreglar “… tejado y techumbre del Presbiterio, y en arreglar las campanas y una de las paredes de la nave de la iglesia…”. (Fuente oral: Francisca Romero Romero. 1-1-1937).




Religiosidad del municipio

En el pueblo hay un sentido religioso muy peculiar. Ya entre los marinos de Pechina que solicitaron la fundación de Terque había unos cristianos que habían puesto sobre una de las puertas de esa ciudad, una estatua de la Virgen. Cuando la República Independiente de Pechina llegaba hasta el Almanzora y gozaba de gran esplendor, aquellos hombres trajeron aquí lo mejor que tenían, su amor a la Madre de los hombres, amor que no se ha apagado en la religiosidad del pueblo.

Todas las parroquias de Almería se acogieron desde sus comienzos a la protección de la Virgen. Destacó muy especialmente el culto a Nuestra Señora de Gádor, a la Virgen de la Aurora, a la Virgen del Mar, a la Virgen del Rosario, a la de Los Dolores, etc. En Terque dominó siempre un hondo sentido religioso. Como fueron eminentemente religiosos los hombres y mujeres de Los Millares en su culto a la "Gran Diosa Madre". Terque parece que ha recogido esa herencia multesecular y la vive y la transmite a todos de una o de otra manera.

El nivel religioso del pueblo, en general, se traduce más en vivencias que en oraciones. Rezan los que pueden y saben; pero más que los rezos, aman la honestidad.

Los hombres van poco a la iglesia, pero son honrados y manifiestan su sentido religioso y respetuoso en las procesiones, a las que no faltan, y sobre todo en los entierros en los que todos a una se desplazan hasta el cementerio (trandición conservada hasta el día de hoy).

Desde muy antiguo las procesiones han sido algo muy entrañable en el sentir religioso del pueblo de Terque. Aquellas normas, salidas del corazón de un Alcalde hace como un siglo y medio, siguen vigentes, no porque se las imponga desde arriba, sino porque espontáneamente afloran en la manera de ser y de actuar.

En las principales fiestas religiosas y populares se concentran aquí gentes de toda la cuenca del Andarax. La Fiesta del Rosario o la Fiesta del Voto, y la Fiesta de la Cruz son los momentos cumbres del año en cuanto a festividades.

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