Historia de la playa de Costacabana

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La Costa Cabana. Se denomina así al tramo de costa situado, en el Golfo de Almería, entre las playas de El Bobar y de El Perdigal, al sur de la homónima barriada almeriense. Tiene una longitud inferior a 1400 metros y dista menos de cinco kilómetros, hacia oriente, de la desembocadura del Andarax, conocida popularmente como “la boca del río”.

El padre Tapia la menciona en la página 47 de “Almería, piedra a piedra” como el Pago de la Algaida y el historiador Orbaneja la describe así: hay un espacio tasadamente de una legua, está en despoblado, que hoy llaman la Algaida, distancia de media legua, la cual es toda lagunas llenas de aneas, que embarazan el pasaje por ellas a todos. Empiezan estas desde la orilla del mar, donde está la torre del Bobar hasta la del Perdigal, habiendo entre ellas una longitud de media legua, donde se cría mucho pescado, a la que llaman Charco Largo.

Si tenemos en cuenta cinco datos: los dos torreones vigías que nombra; que los árabes llamaban algaidas a los parajes cubiertos de dunas, que una legua equivale a 5572 metros, que abundaba la pesca y que la llamaban Charco Largo, entonces no cabe ninguna duda de que se trata de nuestra playa. En el siglo XVII, en Almería, esta costa era conocida como el Charco Largo. La mayor parte de su historia se focaliza en su accesibilidad. Seguidamente vamos a ver una reseña que resume lo ocurrido, in situ, desde el principio de la civilización hasta diciembre de 2015.

Fue uno de los puntos de acceso de los griegos a la península Ibérica entre los siglos XII al VIII antes de Cristo. La presencia de comerciantes de Grecia es, sin duda, muy antigua y, probablemente, no se interrumpe en este periodo, siguiendo y heredando las relaciones que mantenían los habitantes de Los Millares y El Argar sobre la costa levantina y que persistieron, con más o menos intensidad, con las gentes del mundo micénico (1600 - 1100 a. C.) que buscaban metales en nuestro suelo.

Luego, en los siglos VIII y VII a. de C. sirvió, igualmente, de introducción a Iberia de los fenicios, que se hicieron presentes en su parte meridional. Según algunos historiadores, estos conquistadores venidos de Fenicia fueron los que bautizaron al actual Cabo de Gata, como Cabo de las Ágatas.

Más tarde, entre los siglos VI al III a. C., esta costa y sus aledañas vieron penetrar a los cartagineses. Durante el siglo III a. C. Cartago y Roma se disputaron el dominio del Mediterráneo en una serie de batallas llamadas las Guerras Púnicas.

Posteriormente, entre el III y II a. C., por aquí y por otras localizaciones del litoral mediterráneo entraron los romanos. Estos últimos propagaron sus colonias por toda Hispania, dejando innumerables vestigios arqueológicos que han perdurado hasta nuestros días. Desde el siglo VIII al XV, por estas costas accedieron los musulmanes a la península ibérica, a la que conquistaron y llamaron Al Ándalus. La Reconquista de Almería finalizó en diciembre de 1489.

En el s. XVI las playas de El Bobar, de Cabana y de El Perdigal, sirvieron de entrada a piratas berberiscos, a los campos de Almería y de El Alquián. Estos piratas confraternizaron con sus correligionarios los moriscos que entonces habitaban la zona. Estos últimos fueron expulsados en 1570. Desde aquel momento, la población cristiana, poco a poco, fué perdiendo el temor a los piratas, pues el cultivo de la tierra y la pesca, les obligaba a vivir en la zona.

Desde la Torre Vigía del Perdigal se alertaba a la población de los desembarcos piratas a finales del siglo XVIII, durante la ocupación francesa, la Costa Cabana y su vecina costa levantina fueron testigo de incursiones marítimo terrestres de guerrilleros almerienses que hacían frente al ejército napoleónico. Sus rápidas acciones de ataque/retirada causaban bajas, miedo y desmoralización. En los años previos a la Guerra de la Independencia, la resistencia popular ya era muy activa en Almería. Basándonos en las excelentes crónicas de D. José Ángel Tapia Garrido, podemos afinar más, puntualizando que las acometidas nocturnas contra las fuerzas invasoras galas, en respuesta a reiterados e injustos abusos, se sucedieron hasta el año 1800 entre el delta del río Andarax y la comarca de Vera.

El siglo pasado, en los años sesenta, se construyó el Aeropuerto Internacional de Almería al norte de este litoral. Entre este aeródromo y la playa, a partir de 1969, se fue levantando la urbanización de Costacabana.

Acabando la década de los ochenta y empezando la de los noventa, las playas de Costacabana y del Perdigal fueron escenario de desembarcos de tropas aliadas de la OTAN, enmarcados en sucesivas maniobras militares multinacionales, desarrolladas en Mar de Alborán y Estrecho de Gibraltar.

La historia contemporánea también tiene su nota necrológica. Nos referimos a la desgraciada realidad de la inmigración ilegal. En este litoral, antes, sólo quedaban varados mamíferos marinos moribundos o muertos. En los últimos treinta años el Mediterráneo trae, además, pateras y, cuando estas naufragan, arroja cadáveres de aquellos que intentan escapar de la pobreza y la guerra en su país de origen para comenzar una nueva vida, quizás más próspera.

En el aspecto económico, en el siglo XXI, aquí tuvo lugar un acontecimiento significativo para el sector energético español: la conexión gasista entre Europa y África. La entrada a España de la conducción submarina mediterránea que trae gas natural desde Argelia, está en el Golfo de Almería, entre Costacabana y El Toyo, concretamente en la playa de El Perdigal. Empezando el tercer milenio, una obra faraónica se llevó a cabo para hacer posible este proyecto. Según la Comisión Nacional de la Energía, esta Red Básica de Transporte (Medgaz) del sistema gasista español, entre Argelia y Almería, entró en operación en marzo de 2011.

Finalmente, en 2015, el Gobierno Central de España, a través de la Dirección General de Costas del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, construyó cinco espigones -uno curvo, en forma de uve, de 135 metros de longitud y cuatro espigones rectos de 125 m. cada uno- y se regeneró integralmente la playa de Costacabana (con una aportación de arena, de 125.000 metros cúbicos, procedente de canteras y constituida de grano grueso, de unos 10 mm. de diámetro) Además, se repararon los desperfectos provocados por los contínuos temporales en el paseo marítimo y ha colocado nuevas escolleras.

Como hemos observado, una playa con tanta historia y tan compleja situación, tenía que tener, necesariamente, una página con su historia propia.

Referencias

  • Artículo de Francisco de Asís Torres Montesino.

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