Ermita de las Ánimas (Terque)
LA ERMITA DE LAS ANIMAS
En 1801 la ermita de Ánimas ya se encontraba en su actual emplazamiento, a la salida del pueblo, en el camino hacia Bentarique. Esta localización a la entrada o la salida de las localidades se repite en la mayoría de los pueblos de la Alpujarra almeriense. (Matarin Guil, M.F.: Creencia popular en las ánimas del Purgatorio en los valles de los ríos Andarax y Nacimiento (Almería), Actas de las I Jornadas de Religiosidad popular, Instituto de Estudios Almerienses, 1998).
El culto a las Animas Benditas del Purgatorio toma su auge a partir del Concilio de Trento, en el siglo XVI, en el que aparece entre los decretos dogmáticos la existencia del Purgatorio. El Purgatorio se presenta como lugar de expiación de los pecados. En este marco se va a desarrollar el culto a las Animas a través de la creación de cofradías de Animas –como la fundada en Terque-, la construcción de ermitas de Animas, el toque de Animas al oscurecer o la importancia que se le dio en los testamentos a los aspectos relacionados con la salvación del alma: misas, obras de caridad, creación de fundaciones…
La ermita de Terque tiene una tipología de las denominadas por Gil Albarracín ermita qubba: es decir, de las formadas por tres muros cerrados y un cuarto en el que se abre la puerta; la construcción se remata con una cubierta con bóveda de media naranja. (Gil Albarracin A: Arquitectura y tecnología popular en Almería, Ed. G.B.C., Granada, 1992).
Su interior se reduce a un pequeño altar sobre el que se encuentra un cuadro donde se representa a la Virgen del Carmen, como intercesora, junta a las Animas ardiendo en el purgatorio. La Virgen se consideraba como la máxima intercesora ante Dios, y así se recogía en un testamento de 1848: “Madre de Dios inmaculada, Madre clementisima de los pecadores, eficaz atractivo de mi corazón. Medianera por antonomasia de los hijos de Adan… Espero muy confiado en su bondad y ternura maternal que al verme ardiendo en las voraces llamas del Purgatorio, hará como Virgen poderosa que se me apliquen los tesoros de la iglesia…” (Pagan, J.: Instrucción para mi funeral, sufragios y enterramientos, Imp. de D. Vicente Duimovich, Almería, 1848).
Velas encendidas de forma permanente, y un cepillo para recoger las limosnas, completaban el equipamiento de la ermita. Una ermita que, como en otros pueblos, no estuvo bajo el control de los párrocos, sino que fue atendida por vecinos del pueblo o por el sacristán.
La primitiva ermita fue destruida en 1936, siendo reconstruida posteriormente de acuerdo con la misma tipología.
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