La curiosa forma de la Mesa de Roldán tiene una clara explicación en la historia geológica de la zona, marcada por el vulcanismo. Hace unos 8,7 millones de años se formó un domo volcánico que emergió del mar como isla o arrecife. Actualmente es la base de la meseta, sus laderas de menor pendiente cubiertas por matorral.
La parte superior, la cresta rocosa que la corona, es producto de la colonización del arrecife por corales, en tiempos posteriores —hace unos seis millones de años— en los que hubo en la zona un clima tropical. En ella se puede diferenciar la banda más alta en la aparecen oolitos, que son pequeñas esferas calcáreas que se forman en aguas limpias, cálidas y agitadas. La exuberante vida de los arrecifes tropicales propicia la sedimentación de numerosos restos orgánicos carbonatados, como conchas y esqueletos, que finalmente se convirtieron en estas masas rocosas, en las que es fácil descubrir, a simple vista, pistas sobre sus orígenes.
En su cima podemos observar una Torre Vigía (s. XV) y un Faro (1.875). Ambos reciben el nombre del promontorio.