Los Locos de Pechina
LOS LOCOS DE PECHINA
La historia avala el adjetivo de “locos” sobre los ciudadanos de Pechina. No podemos contarla primero sin hablar de un movimiento muy importante que surgió en Pechina pero que tiene sus raíces en la escuela del cordobés Ibn Masarra sobre el año 883. Este movimiento es el sufismo, cuyos seguidores buscaban el camino a la perfección. El sufismo es un desapego interior, una experiencia directa espiritual y no una asimilación intelectual, es el corazón y no el intelecto. Comprende a la vez el esoterismo y la iniciación, la doctrina y el método. Su relación con la religión es la siguiente: La religión, en su forma exterior y en sus ritos, es accesible para todos, en su entendimiento y en su práctica. Solo dirigido para los que poseen la vocación necesaria. En la práctica es cosa de una minoría. La doctrina central del sufismo es la “unicidad del ser”. Esta doctrina deriva directamente de la shahada, que no solo se entiende en el sentido de que “No hay más dios que Dios”, sino también que “no hay más realidad que la Realidad”. Este camino tiene como finalidad trascender el ego y no se puede abordar sin la gracia (tawfiq). Una de las prácticas sufís es el dhikr, o recuerdo de Dios. Sus dos soportes son: las reuniones y el retiro espiritual de los murid. Se fundamenta en la siguiente Sura del Corán:
“Invocad a nuestro Señor humildemente y en secreto. Él no ama a los transgresores. No sembréis la confusión en la tierra después que ha sido ordenada, e invocadle con temor y esperanza. En verdad, la misericordia de Dios está cerca de quienes hacen el bien” Corán. Sura de los lugares elevados. 55-56
Todo lo que forma parte del método espiritual del sufismo se toma de manera constante y necesaria del Corán y de la enseñanza del Profeta Muhammad. Para los sufíes, el Señor Jesús (seyidna Aissa), representa, entre los enviados divinos, el modelo mas perfecto de desapego espiritual por excelencia, la salida voluntaria del juego de las acciones y reacciones cósmicas: ofrecer la otra mejilla al que te golpea.
De toda la teología de Ibn Masarra, la negación de premios y castigos de la vida futura, fue seguramente la más grave piedra de escándalo. Sin embargo nada más grande y heroico que la persecución de un alma limpia de pecado que reflejara como en un espejo, las ideas divinas, la visión en sueños. Esta escuela interpreta en sentido espiritual y metafórico los dogmas de resurrección de los cuerpos, del juicio final y de los premios y castigos físicos del paraíso y del infierno. Ibn Masarra murió a los 48 años, el día 20 de octubre del año 931. No tuvo hijos y uno de sus principales discípulos fue Ibn Ujt Abdón, de Pechina. En Pechina reconocen a un jefe o imán religioso, a quien el pueblo obedece como si fuese el verdadero califa, pagándole además el impuesto del diezmo o azaque y guardan entre ellos las relaciones esotéricas de una sociedad secreta (que aún hoy sigue existiendo). Este imán es Ismail Adb Allah al-Ruayni que huyendo de la persecución se refugió en la orilla izquierda del rio. Una hija suya tenía fama de poseer una gran cultura, interpretaba por su propio examen libre, los sentidos ocultos del Corán y, merecía el título de teóloga dogmática. Fue llamada la Ruayniya, pero su nombre al parecer fue Fatma. La afirmación de Ismail de que “Dios es demasiado excelso para que se le pueda atribuir acción alguna ad extra”, sembró la discordia en el seno de la comunidad. La familia de Ismail rompió con él, excepto su hija a quien siguió una muchedumbre de adeptos. Se dice que Ismail tenía facultades maravillosas, aunque no gustaba de mostrarlas. Los masaríes de Pechina se consideraban desligados de los vínculos de la jurisprudencia musulmana, algo extremadamente significativo de cara a la independencia del grupo. Se dice que posteriormente “una milicia de locos convergen en la tarika de Abulabas Ibn al-Arif por los campos de Pechina y Nijar. Acuden de todos sitios”. Esta escuela garantiza la continuidad del sufismo en estas tierras. Es importante dejar claro que no hay manuscritos de Ibn Masarra y lo que se le atribuye es por vía de otros. ¿y que pasó en Pechina? En el año 884 llegan a Pechina unos ‘marinos’ del norte de África, que junto con los yemeníes, judíos y mozárabes forman una pacífica población y constituyen una “república marítima”, rodeando a la población que se había ido formando en torno a la mezquita de Umar, de una muralla. Pechina se transformó en una ciudad floreciente donde la cría de gusanos de seda y los telares tomaron una importancia relevante, a sus muros se acogía cada vez un número mayor de mercaderes y artesanos.
Esta mezquita de Umar ben Aswad, según cuenta el historiador almeriense del siglo XI, el Udri, tenía 7 naves dispuestas en 2 alas y unidas en el centro por una gran cúpula levantada sobre 4 grandes columnas. Se cuenta que esta cúpula estaba construida de tal forma que parecía sujetarse en el aire y era tal maravilla que acudían a verla desde todos los lugares.
Almería, la Atalaya de Pechina, nació, según el geógrafo el Bakri, en el año 955, a partir de ahí Pechina fue reduciéndose a una población donde buscan refugio pensadores, filósofos y sufíes.
Estas gentes llegaban huyendo de la intolerancia y el peligro al que estaban sometidos en otras comarcas debido a la difusión de sus ideas. A muchos de ellos, refugiarse en Pechina, les suponía salvar la vida. Estos y sus descendientes fueron los llamados “locos de Dios”, las personas que tienen corazón, por eso se dice que la estación más elevada del alma no es la prudencia o la veracidad, sino que es el amor integral, la absorción completa de la voluntad humana por la atracción divina; es el estado del “loco de amor” cuyo prototipo humano es Abraham.
Mucho tiempo y olvido, que es ignorancia, ha tenido que pasar hasta que las palabras “locos de Pechina” lleguen a parecer un insulto cuando originariamente fueron un honor.
Guadalinfo Pechina, C : Los Locos de Pechina, Pechina