Leyendas de Huebro (Níjar)

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Leyendas

Princesa Moraima

Según cuenta una leyenda, el día 23 de Junio a las 12 de la noche de San Juan, cuenta que la princesa Moraima bajó del castillo a por agua a la fuente, para regresar a su encierro después de lavarse la cara y secársela con un pañuelito de seda blanco. Así año tras año todo el mundo dice escuchar el dulce sonido de estas nanas:


La Princesa Moraima

Dulce niño de esperanza
Amor que me dio la vida
Cierra tus ojitos lindos
Mientras Moraima te cuida
Duérmete mi bien preciado
Tu padre está por venir
Con su caballito blanco
Y un manojo de jazmín.


Se trata del espíritu de una princesa mora que decidió tirarse desde el risco, con su hijo recién nacido, antes que aceptar la expulsión de estas tierras a las que amaba y pertenecía. Cuenta también la leyenda que toda la vida del que se encuentre con ella estará recompensada con la buena suerte, y la buena salud acompañará durante todo un año a aquel que logre lavarse la cara en la fuente después de hacerlo ella.


El Tesoro de Inox

Otra leyenda nos habla, en Huebro y en la Matanza, de la existencia de una cueva en los riscos de Inox, que cobijaba un gran tesoro en su interior, guardado allí por los moriscos durante su huida. Tan pequeña y oculta es su entrada, que es difícil descubrirla por casualidad y no lograrás que nadie quiera conducirte hasta ella a pesar de que no son pocos los que dicen conocerla y la describen a la perfección.

Parece ser que para acceder a ella hay que entrar por un pequeño agujero y arrastrarse durante varios metros. Después la cavidad se agranda y se hace inmensa...

Una gran grieta atraviesa la estancia, dejándola dividida por un precipicio desde donde llega el bramido intenso del agua y del viento que circulan, apagando antorchas e incluso linternas, como si de una fuerza superior se tratara, aterrorizando hasta al más atrevido y valiente de los visitantes.

Los restos de un tablón carcomido cruzan los 5 metros que llevan justo ante una puerta al otro lado de la grieta. Una llave sobre la cerradura incita a pensar que tras la puerta se encuentra el preciado tesoro de alhajas, oros y piedras preciosas. Parece que apropiarse del codiciado tesoro solo dependiera de traspasar esa puerta, después de superado el miedo a lo desconocido y cruzar el tablón con éxito.

Cuentan y vuelven a contar que muchos fueron los osados codiciosos que allí fueron y no volvieron. Aun hoy se escuchan sus bramidos entre los rumores del agua y el viento. Un poco tétrico ¿será cierto?


El Tesorillo del cementerio

Este relato nos aleja de la creencia popular de que “una desgracia nunca viene sola” y nos muestra que a veces puede traer algo bueno.

“ La comitiva de unos amigos camino del cementerio a enterrar a otro amigo muerto descubrió un cántaro de barro que asomaba a medio enterrar a un lado del camino, bromearon sobre la posibilidad de que de un tesoro se tratara. Al día siguiente del entierro volvieron al lugar y se encontraron con los restos rotos de la cerámica desenterrada y una moneda de oro olvidada, quizá a propósito, para hacer ver a la gente que allí había un tesoro. Lo cierto es que se dice que a partir de ese momento a uno de los amigos le mejoró mucho la vida, comprándose huerta, casa y viviendo bien el resto de su días.”


El Viejo y el collar de Rubí

Cuentan, que contaban en Huebro, que habían oído contar, que Manuel, el hijo de un aparcero del cortijo de La Quebrá, fue llamado a filas para hacer la mili en Melilla. Manuel, hombre de gran corazón, durante una de sus salidas encontró en la calle a un niño de no más de 7 años que a su paso extendió la mano pidiendo limosna con lagrimas en los ojos. -Dame algo para dar de comer a mi abuelo que está enfermo,- a Manuel se le partió el corazón, no estaba acostumbrado a ver pedir a un niño, en la sierra siempre había que comer aunque solo fueran algarrobas higos y almendras. Las monedas brillaban por su ausencia en los bolsillos del soldado, pero prometió al chaval que al día siguiente le traería algo que comer.

A su regreso a la compañía fue a ver al Comandante, no podía olvidar aquellos ojos vidriosos con la mano extendida implorando limosna a todo el mundo. -¿Da su permiso mi comandante?-, Pregunto llevándose la palma de la mano a la frente y dando un fuerte taconazo, -pasa Manuel, ¿qué necesitas?-, -mire usted mi Comandante, todos los días veo salir de las cocinas la comida y el pan que la tropa no ha comido, me imagino que para alimentar a los animales, conozco a alguien fuera que pasa hambre y me gustaría que me autorizara para llevarle un poco de la comida que sobra, los animales casi no lo notaran-, -hecho-, dijo el viejo militar, - hablaré con la cocina para que te preparen una ración todos los días-.

A partir de entonces, Manuel entregaba, al que ya se había convertido en su amigo, una ración de comida para él y el abuelo y en algunas ocasiones un azucarillo que recortaba del café. Quedaron siempre en el mismo lugar durante dos años, la puerta sur del parque de Melilla. Faltaban unos días para licenciarse y Manuel pidió al niño poder conocer y despedirse del anciano, ya que tenia que regresar a su tierra. El pequeño condujo al soldado por las callejuelas del mercado hasta una casa semiderruida del barrio árabe, allí postrado en un viejo camastro se hallaba un anciano, atendido y aseado a pesar de la pobreza que reinaba en el lugar.

El anciano pidió besar las manos de Manuel y le dijo, -gracias por haber cuidado desinteresadamente de nosotros durante este tiempo, me han dicho que eres de Huebro, allí nacieron mis bisabuelos en el cortijo de La Quebrá, allí dejaron todas sus ilusiones, sus morales, sus almendros, sus animales su tierra y sus ahorros, porque ellos pensaban volver.– Comentó el anciano. –En agradecimiento a lo que has hecho por nosotros te voy a compensar contándote el secreto de nuestra casi desaparecida familia: En el Cortijo de la Quebrá, en el Bancal de la Roya, junto a un viejo algarrobo hay una piedra blanca que a de pesar unos 5 quintales, si la levantas, debajo encontraras riquezas suficientes para vivir el resto de tu vida. A cambio solo te pido uno de los objetos que allí están enterrados, tendrás que traerle al niño una de las piezas que encontrarás, un collar de oro puro del que cuelga un Rubí del tamaño de una avellana, el resto será para ti.


De la Virgen del Rosario cuenta una leyenda…

que hace mas de 80 años cuando bajaban a la Virgen hacia Nijar, a la altura de la “cuesta Colorá”, la estatua comenzó a hacerse cada vez mas pesada, tanto que se vieron obligados a detenerse y renunciar a continuar. La sorpresa fue mayúscula cuando comprobaron que regresar con la Virgen cuesta arriba era tarea fácil, la virgen era cada vez mas liviana, la estatua ya no pesaba nada.

Hará unos 10 o 12 años se quiso intentar bajar la Virgen a Nijar, prometiendo subirla mas tarde. Hubo trifulca porque las gentes de Huebro no querían consentir en ello. El caso es que se decidió hacerlo y en el momento de ir a sacar la Virgen de la Iglesia, el cielo se abrió y cayó tal tormenta que no solo imposibilitó la tarea sino que el susto les hizo arrepentirse de tal propósito. La Virgen continúa sin salir de Huebro.

La Virgen del Rosario, la verdadera, reside en la Iglesia de Huebro, la otra, una imagen mas pequeña que se adquirió hace unos años, se encuentra en la Iglesia de Nijar y cada año a principios del mes de Octubre sube en Romería para ocupar el lugar que está esperándola durante todo el año junto a la original.

La Virgen de Huebro, impaciente de tan larga espera, sale a recibirla para acompañarla desde la última curva en el último tramo del camino.


Enlaces externos

Referencia

  • Blog Taller Conociendo Níjar.

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