Guillermina Calatrava Sánchez
LA VIDA EN LOS AÑOS 40
Jamás pensé que sería capaz de hacer algo así, no me encuentro preparada para esto, para mí es lo más lejos que yo imaginarme podía.
Mis primeros recuerdos:
Se me viene a la mente los últimos tiempos de la guerra, estábamos en el cortijo, mi padre estaba en la guerra y yo lo recuerdo vestido de azul.
En aquellos tiempos, en el campo de aviación, había soldados que venían a los cortijos, mi madre me sentaba en la puerta y yo al verlos también vestidos de azul les decía: "papa", eso lo tengo en mi remotamente.
También recuerdo una niña rubia que yo la paseaba por la puerta cogida de la mano (era preciosa).
Esta niña murió de once meses, también recuerdo en el día de su muerte en la casa de mi tita Carmen. Mi madre no tenía casa en el pueblo, vivían en un cortijo.
Yo queria quitarle las flores que tenía puestas, y como lloraba, una mujer me cogió y me llevó a la procesión, era el día de San Marcos y se subía con el santo al castillo.
Mi madre enfermó con la muerte de mi hermana y siempre estaba mala y muy nerviosa , un día que estaba lloviendo y ella lloraba decía que su niña se estaba mojando.
El medico le dijo que tuviera otro hijo, y así fue, tuvieron otra hija que también fue niña y le pusieron de nombre Guillermina, como mi padre, ya no querían tener más hijos.
Nació con muchos problemas de enfermedades como mi madre estaba mal la niña le sacó todo.
Cuando tenía 4 días la llevaron a Almería para que la viera el médico y cuando por la tarde vino mi madre en el coche de Lucainena yo estaba sentada en la butaca y mi madre me puso a la niña en la falda, venía liada en una toalla y al mirarla mi sorpresa fue horrible, parecía un conejo cuando se le quita la piel, de estar todo el día con ella en brazos estaba en carne viva.
Así estuvo estuvo mucho tiempo siempre malita todos los días iba Pepe Madolell a ponerle inyecciones, algunos días dos veces.
Un día, cuando llegó, le dijo a mi madre que para que pincharle más y se fue. Luego mi padre fue a llamarlo porque la niña estaba viva y tenía que seguir con las medicinas.
Madolell iba en bicicleta, así estuvo hasta los 3 o 4 años, cuando veníamos al pueblo, ya grandecilla y lo encontraba en la calle, salía corriendo y llorando.
En aquellos tiempos la vida era durilla aunque nosotros no pasamos falta de nada, trabajábamos en el cortijo, en ayudar a mi padre.
Mi madre sólo se dedicaba a las cosas de la casa, ella no salía a nada del campo. Así fueron pasando los años. En el Marchalillo teníamos escuela y venían niños de otros cortijos como Espeliz,Celentes, los Arbardinales y otros.
Mi hermana era mucho mas lista que yo, a ella le gustaba mucho leer y escribir , leía todo lo que encontraba, siempre tenía una caja a la orilla de la cama con sus tebeos, libros, todo lo que pillaba, siempre leía algo antes de dormir.
Yo, con mis labores, a mí se me daba mejor todo lo que se hacía con las manos: coser, bordar, bolillo, punto de cruz, ganchillo... y así he seguido, siempre se me dio bien todo.
Por las noches con el quinqué colgado en una púa yo haciendo cosas y ella leyendo, yo le decía que leyera fuerte y hasta que se cansaba lo hacía.
Al día siguiente me contaba lo que leía en la noche. Me recuerdo recogiendo la aceituna y ella contándome las novelas. Por entonces ya mi madre compró una casa en el pueblo, pequeña pero ya la parte de la entrada tenía los suelos finos (losas blancas y negras) allí fregué mi primer suelo, por cierto muy mal, yo no sabía con qué hacerlo y me dijo mi madre que con un trozo de saco, de aquellos de esparto, que quedó peor que si no lo hubiera fregado.
Un día mi padre me llevó a Almería a comprarme una bicicleta, también me llevó al parque, fue la primera vez que yo vi el mar. Me compró una B H en la Calle Granada, me enseñé a subirme con algun esfuerzo y ya con esa bici, yo podía venir a la escuela de Don Juan Barrau.
Mi última maestra en el cortijo fue Doña Luz Plaza. También me enseñé a bordar a máquina, con Angustias la mujer de Tortella y al corte y confección con Guillermina Úbeda (eso era lo mió) era yo bastante tímida (una pava) cuando venía con la bici los chiquillos me cojían en el porta equipaje que tenía la bici por detrás y me tiraban.
En el cortijo del compadre había unos niños que cuando pasaba me tiraban, un día mi hermana se escondió y al pasar yo me salieron los niños, entonces ella se tiró para ellos y les zumbó, teniendo en cuenta que ella tenia 5 años menos que yo, era más valiente, yo solo sabía llorar ella me defendía. Éramos distintas en todo, a ella le gustaba mucho la escuela, y menos las labores que las madres querían que hiciéramos. Le gustaba trabajar en otras cosas y ganar dinero.
Así pasaron los años y nos hicimos mociquillas. Nosotros teníamos mozos para el trabajo del cortijo. La vida era muy mala se ganaba poco y se trabajaba mucho.
Para la siega venían hombres de otros sitios y trabajaban de Sol a Sol, cuando estaban segando mi madre me preparaba la comida,(sobre las Díez) y entonces yo con la burra cargada tenía que ir al campo, donde estaba la cuadrilla, con la comida y el agua. Por las mañanas se llevaban migas con tocino, morcilla y pimientos fritos, y por la tarde, sobre las cinco otra vez tenía que ir casi siempre con un guisado de cosas de matanza.
Así pasaron los años y después mi padre decidió meter un aparcero y nosotros nos vinimos a vivir al pueblo. Ya mi madre compró otra casa mejor era una casa grande con portal jardín. Ya vivíamos como señores (duró poco), no se sacaba lo suficiente para dos familias, entonces nos fuimos otra vez al cortijo.
En esos años mi hermana ya estuvo en la escuela del pueblo con una maestra que era muy buena (doña Patrocinio) ella iba muy bien, así que cuando mi madre la quitó dijo que era una pena que ella tenía que seguir estudiando. Otra vez al cortijo, ya la siembra no era rentable y mucha gente estaban poniendo parrales, así que mi padre también puso parras.
Con aquella bici que me compró mi padre mi hermana se cayó y se rompió la nariz, al ir creciendo se le iba torciendo y los médicos le decían que hasta que no tuviera 18 años no se podía operar porque se le volvería a torcer y cuando tubo la edad mi madre la llevó a Madrid para hacerle la cirugía estética, entonces eso era un lujo, sólo se lo hacían a las grandes artistas, fue una operación dura, lo pasó mal, tenía la ilusión de quedar bien pero no fue así, cuando vino todavía con la cara hinchada parecía que estaba bien, pero a los pocos días se le fue torciendo otra vez, fue un duro golpe, En aquellos tiempos era carísimo.
A pesar de todo éramos felices.
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