El Mal de Ojo
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Sin lugar a duda el mal de ojo es un fenómeno definitivamente arraigado a nuestra cultura, de tal manera que la expresión es conocida en mayor o menor medida por incluso las generaciones más recientes.
Una de las definiciones más detalladas la cita un médico (Dr Castillo de Lucas), en su interesante libro dedicado al pueblo de 1968 (“Retablo de Tradiciones Populares Españolas”) de la siguiente manera: “Es una enfermedad o una desgracia que padece una persona por la influencia de la mirada de otra cuya vista posea ese poder maléfico, según la creencia superticiosa popular”
La extensión de esta creencia no solo afecta a nuestra zona sino que literalmente no tiene límite, aunque con el transcurso del tiempo vaya perdiendo fuerza entre la sociedad. Sus orígenes son primitivos y no solamente comprendería al hombre individual sino que según la tradición puede afectar a grupos de personas, matrimonios, cultivos, casas, o incluso animales.
Por citar algunos ejemplos, ya se encontraba entre la cultura grecorromana, denominándolo hechizamiento. San Pablo lo cita en la Biblia como fascinación. En Andalucia y Castilla le denominamos mal de ojo, agueyar en Galicia, beguisk en el Pais Vasco, ull pres en Levante, mau-olhado en Portugal, etc. En algunos países sudamericanos como Ecuador lo denominan daño o quebranto.
En general, se pensaba o se piensa que existen personas con capacidad para aojar, y que ellas, la mayoría de las veces lo saben, intentando no acercarse a seres susceptibles de aojar, como bebes. Citan algunos libros de cultura popular que estos individuos solían llevar gafas de sol para evitar su aojamiento e incluso se piensa que algunos de estos podía incluso destruir piedras con la mirada por las mañanas, para que su poder durante el día quedase debilitado y no pudieran dañar a otras personas.
Y¿ cómo explicarían los expertos en la materia en mecanismo de producción?- Coinciden en que sería producido por un vapor sutil que se crea en el cuerpo del individuo y que se emana por la vista, entrando por los ojos de la victima en cuestion.
El Marques de Villena, que en el siglo XV estudio profundamente este fenómeno (supongo que estos marqueses tenían que matar el tiempo de alguna manera), y describió en su obra los síntomas típicos del aojado:”... ojos bajos, vista turbada, pensoso, suspiros, no sentir fuerza, tener cuidado sin saber de que., quejas en el corazón, dolores de cuerpo, no querer comer, y no tener señales de dolencia…muda de color, alternándose sudores y escalofríos, esconde los pulgares entre la mano, bosteza a menudo y tiene el oído mas agudo que antes… estreñimiento…”
En 1905, un médico canario en su obra “La fascinación en España”, describía los síntomas del mal de ojo de manera similar a los ya citados,.
El pronóstico del síndrome solía ser grave, de ahí que sobretodo se cultivase la prevención de la mirada de personas que pudieran disponer de ese poder. De tal forma que para curarse muchas veces se requería a la persona que produjo el maleficio. Ya podemos suponer todos la cantidad de sobornos que existiría en torno al tema, y que han sido citados en algunos libros
Con respecto al tratamiento, se han empleado a lo largo de la historia múltiples métodos.
Los amuletos, eran usados para prevenir, que era lo importante al fin y al cabo. Podía tratarse de telas rojas o amarillas, dientes de ajo, estiércol, la quijada de un animal, la uña de una gran bestia, cabezas de lagarto o culebra. El mas frecuente entre ellos era sin duda la higa, representada por una mano cerrada y con el pulgar metido entre el índice y el medio, fabricadas en todo tipo de metales y sustancias. También eran frecuentes las medallas religiosas, escapularios, cruces, evangelios…
Para el tratamiento de ataque una vez estaba instaurado el mal de ojo y era de un pronostico reservado, se recurría a oraciones, ropa del niño debajo del altar, cataplasmas, bebedizos con hierbas, sobretodo la ruda.
En cualquier caso el tratamiento tenía siempre que ser de manos de un brujo, curandero o hechicero.
Es típico en nuestra zona que el que quiera poseer las cualidades para curar este mal, ha de aprender la oración en Viernes Santo, y siempre adquirida de alguien que ya posea esta cualidad de curar este mal. Os invito a conversar con algunas de las personas en posesión de esta tarea de curar el mal de ojo que existen por nuestros contornos del Almanzora.
Obviamente en este relato hemos descrito el fenómeno tal y como se refleja en la bibliografía que he encontrado y sobretodo espero os haya resultado divertido, o interesante al menos. Se sabe que algunos de estos aojados eran casos de raquitismo, tuberculosis, u otras infecciones víricas que azotaban el mundo infantil antes de las vacunas. No por ello deja de ser importante conocer el mal de ojo para comprender nuestros orígenes y comprender nuestro comportamiento ante la enfermedad. Posiblemente todos estaremos de acuerdo en que con el auge de la Medicina del siglo XXI existe una tendencia a que desaparezca, sino ha desaparecido ya de la práctica, pero siempre estará ahí formando parte de nuestra identidad y pensamiento.
Artículo de: Juan Francisco García Masegosa
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