Cerrada del Angosto

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Un conjunto de montañas que se hacinan en forma de embudo, dan lugar a esta garganta rocosa obra ejemplar de la naturaleza, al fondo tienen su cauce las aguas de este arrollo y en el primer recodo, un pequeño puente deja paso a las mismas y a pocos metros se encarama una carretera algo peligrosa por una de las laderas mas soleadas que en un recorrido de dos kilómetros y medio nos encontramos con la barriada del VALLE. Este es un anejo de Serón que en la actualidad cuenta con unos 37 habitantes, está situada en la cabecera de la parte sur del rio Almanzora de hecho las corrientes que se producen en toda su demarcación desembocan es este rio, siendo a su vez el principal afluente.


Pues bien, en esta bonita Barriada hace mas de un siglo ya conocian y trabajaban la industria del YESO. No se han encontrado escritos que nos permitan dar cifras exactas del origen de esta explotación, por tanto he tenido que reducir mi propósito y limitarme al testimonio de las personas mayores que vivieron aquella época y a los datos que yo personalmente conozco. Según la versión de estos hombres, la materia prima de este producto ya existía en este lugar, descubierta por otras generaciones, ellos solo sucedieron a sus antepasados y como un medio de vida, porque en aquella ocasión había poco que elegir. Añaden que pasaron años de constate sacrificio, las dificultades eran múltiples teniendo en cuenta que no había ni luz eléctrica, ni teléfono, ni carretera, solo existía una vereda de bestias, las estaciones del año y la climatología tan bien marcaban las pautas de beneficios de estos precarios negocios. Solo personas de aquel temple eran capaces de mantener la esperanza para seguir luchando en esas condiciones, trabajaban de sol a sol. El proceso manual de este material de gran utilidad en el campo de la construcción era duro y laborioso. En principio tenían que arrancar la piedra de la cantera y con unas cuñas de hierro y una almaina las partían haciéndolas mas uniformes y manejables, después las colocaban en el horno para su cocción, esto lo hacían con cierta maestría dejando como una bóveda en la parte mas baja que les permitiera atizar la leña con mas facilidad, una vez cocida la piedra pasadas unas horas, la sometían a su molido, este lo realizaban en una especie de boliche adosado al horno de superficie redonda y con el piso firme enlosado con lastras de pizarra, un madero hincado en el centro en posición vertical servía de apoyo para mantener la techumbre, y a su alrededor, una bestia ataviada con una collera un horcate, dos tirantes y con los ojos tapados daba vueltas tirando de un rulo apropiado para esta función. En esta tarea era muy preciso la mano del hombre, estos con un marro pequeño trituraban la arcilla y la extendían lentamente hasta conseguir el molido deseado. Finalmente lo cernían con un garbillo para separar las granzas u otras impurezas garantizando así su mejor calidad. Durante varios años, en esta zona el yeso lo vendían por fanegas, estas las medían con una espuerta pequeña llenandola normal cuatro veces, y su precio por los años 50 oscilaba entre las 5-o 6 pts, y los beneficios de cada ejercicio podíamos llamarle al dinero recaudado del mismo ya que al tratarse de un trabajo familiar no tenían que pagar sueldos, ni bajas, ni a hacienda, ni gestoría, etc total cero gastos.

La semana pasada hice una visita al tío José Berruezo un entrañable amigo, vecino del valle hijo de padres y abuelos yeseros, él me acompaño a que hiciera estas fotos que por cierto aparece de perfil en una de ellas, allí solo quedan las ruinas de estos hornos (morunos) en un barranco de difícil acceso que sin su ayuda hubiera sido imposible encontrarlas. Mientras caminamos, me contaba lo duro que había sido este trabajo, "¡Te imagínas todo un día de un mes de Julio metiendo leña en la boca de un horno!".y para colmo sin aseos ni agua potable.

Resumiendo, en la década de los setenta una vez construida la carretera de acceso a la Barriada, por parte de la Excma. Diputación de Almería, una empresa vecina provista de recursos y estudios económicos adquirió los terrenos de producción, instalaron máquinas y compresores para arrancar la piedra y con potentes camiones la transportaban unos 6 kilómetros hasta la fábrica que se muestra en esta fotografía dotada ya de los equipos más modernos de aquellos tiempos, según datos fiables a finales de los 80 su producción y venta pudo superar los 35.000 sacos diarios, casi treinta años de auge han dado fin a este fabuloso negocio que en la actualidad por razones que se desconocen se encuentra totalmente cerrado.


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