Celín: Andando y soñando

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El contenido a continuación son reflexiones personales de los usuarios sobre sus vivencias, sentimientos y recuerdos sobre Celín: Andando y soñando.



Celín:Andando y soñando.

Lugar que me vio nacer
en el que pase los momentos mas bonitos de mi vida
Por eso tantas y tantas veces que voy paseando lo hago.


Desde algunos años acá, y partir de los inicios de esta ultima década que acabamos de vivir, mi preocupación por el presente y el vivir en Celín, mi lugar de nacimiento, viene siendo para mi una constante preocupación a la que no puedo renunciar en modo alguno.

Como hijo entrañable de este bello recinto acosado por los avatares de la historia, me siento impulsado a expresar mis innatos sentimientos y preocupaciones por lo que considero un deber ineludible; ni pasar inconsciente como sombra imperceptible; ante los problemas que afectan a nuestra querida Aldea, elevándole este emocionado canto de amor y admiración hacia ella

Como vengo haciendo con harta frecuencia, en esta mañana tibia y primaveral en que ni la más tenue cabecilla empaña nuestro maravilloso cielo azul, voy andando y soñando por estos entrañables lugares que nos hablan de un pasado, próspero y acogedor, recorriendo ilusionado el pintoresco espacio donde se hallan los vestigios de los molinos harineros y lugar donde hasta la primera mitad del siglo XX que acaba de transcurrir, gravitaba gran parte del movimiento económico y humano del valle de Dalias.

A estos viejos molinos ya inactivos, (yo muy joven todavía), acudíamos a molturar el trigo, y el centeno y hasta la cebada; (gran parte lo hacíamos de estraperlo), para poder elaborar el pan en las panaderías.

Por estos caminos bordeados de insólitos paisajes, desde lengudos siglos hasta la primera mitad del que acabamos de vivir, yo todavía chaval, presenciábamos todos los días el transcurrir jadeante de copiosas recuas de burros cargados con dos capazas repletas de mineral de plomo, procedente de las minas de Sierra de Gádor, camino de los almacenes de destino para ser exportados a través de los puertos de Almería y Adra. En aquellos tiempos la minería, la uva de exportación, la agricultura y la ganadería eran las principales fuentes de riqueza del Valle de Dalias e incluso de nuestra provincia.

Continuo mi ruta matinal y henchido de emociones sentimentales elevo la vista hacia un intrincado bosquecillo cubierto de pinos y frutales que nosotros denominamos “ Los Peñones”, en cuya cima se halla un breve cañadizo, y en su lado izquierdo contemplamos un pequeño tajo apellidado “El Tajo de Las Letras “, en el que aparece a su media altura una inscripción rupestre de unos 17 cm. de altura con las iniciales “LATERN” recientemente identificadas por el investigador e historiador virginiano Lorenzo Cara Barrionuevo, iniciales que su descubridor considera de origen Romano, “Revista Farua”, algo imperceptibles y erosionadas por el acoso de los siglos. Prosigo mi andadura y descendiendo unos metros hacia los nacimientos por la parte oriental, se empieza a percibir el sonoro rumor de las cristalinas aguas del arroyo que transcurren mansamente entre arenales y pedriscos bordeados por una vaguada procedente de uno de sus nacimientos para unirse en abrazo transparente y puro en un solo cauce donde acumula un caudal fijo y permanente de unos 110 litros por segundo.

Estos hermosos lugares, merecedores de la debida atención en virtud a sus valores naturales, lamentablemente se encuentran abandonados, mientras observamos, cómo en lugares carentes de las virtudes que aquí pesemos, se hacen inversiones multimillonarias a costa de tener que desnaturalizar suelo, agua e incluso el ambiente. Este espacio tan hermoso que goza de exquisitas aguas, de pintorescos paisajes y un clima suave refrescado por las brisas serranas,podría convertirse en un lugar de recreo incomparable para el sosiego de toda la comarca. He descendido por el fondo del Arroyo envuelto en elucubraciones líricas y evocaciones sentimentales, elevándome por una empinada cuesta para situarme en la explanada de Alhizan, hoy ALJIZAR. En este altivo lugar existió en la antigüedad, hacia el siglo XV y XVI, el núcleo más numeroso del Valle daliense y que fue residencia de los primeros regidores de la Taha de Dalias, desde los años 1500 a 1530. Este poblado, situado en la cima de este pequeño montecillo donde luce airoso el antiguo Torreón de Al-Hizan, (hoy Algizar), que se halla deteriorado por el paso de los siglos, y adosada a sus muros, la Ermita cristiana de los Dolores, levantada en el siglo XVIII sobre las ruinas de una mezquita árabe, la que se conserva en aceptable estado gracias al cuidado de que es objeto por un grupo de devotas de Celin que la cuidan con esmero; aunque su techumbre esférica se halla falta de un retoque. Esta fortaleza fue foro de cruzadas étnicas, fuerte defensivo del Valle de Dalias y gran mirador desde donde se dominan todos los ámbitos a la redonda comprendidos desde las serenas playas del mediterráneo hasta la altiva cresta de sierra de Gádor. Transcurrían los años 28 ó 30, y a este lugar, recuerdo con nostalgia que allá en nuestra niñez subíamos asombrados a contemplar el “ Conde Zepelín”, primer dirigible aéreo que los niños veíamos asombrados volar desde el Mare Nostrun. Inicio la bajada hacia el poblado de Celin que se contempla hacia el fondo asentado sobre un pequeño ribazo cual viejo sultán dormido en los arcanos de la historia. Encaminándome emocionado por la Ruta del senderismo, y antes de llegar a las primeras casas del pueblo, he quedado absorto ante el maravilloso contraste del Viejo Pantano con los Baños de la Reina, adosados a uno de sus márgenes. Construidos durante los reinados de Mohamed III y Mohamed IV hacia los finales del siglo XIII e inicios del siglo XIV, restaurados en 1992 por el Exmo. Ayuntamiento de Dalias. Cruzamos el pantano y nos elevamos por una brusca cuestecilla para hallarnos en la cabecera del pueblo donde se encuentra airoso el “Mirador de las Fuentes”, desde donde podemos contemplar un maravilloso paisaje que domina hacia el Sur, toda la rambla Almecete hasta las playas del Mediterráneo y los parajes de las Fuentes hasta las alturas de la Sierra de Gador al Norte. Cunde mi emoción al internarme en la población a través de la Calle Real de Celin, principal arteria que transcurre por el corazón de la Aldea. En el Centro y entre sus dos plazas , se encuentra la Iglesia Parroquial de San Miguel construida sobre los inicios del Siglo XVII; y que debido a las restauraciones de que ha sido objeto a causa de los daños sufridos por el terremoto de 1804 que la dejo parcialmente derruida, presenta un estilo irregular y singularmente único. Para los que hemos vivido aquí esta maravilloso mansión es un escenario de ausencias y acontecieres golpeados por el transcurrir de los años ; cada casa nos evoca la imagen imperecedera y grata de nuestros antepasados; de sus viejas ventanas surgen las dulces cadencias de una serenata en sus plenilunios estivales; el sonido de una radio o gramola, la algarabía infantil; o el rumor de las familias numerosas que en ellas vivían apretujadas pero henchidas de amor. De estas plazas, hoy adoquinadas y semidesiertas, percibimos el eco y el recuerdo del griterío de niños que jugábamos a la hérrula, o a los mochos, al corre-calles, a la taberna, o al balompié con pelotas de trapo que nosotros nos hacíamos , y a las niñas jugando a la comba , a la rayuela, a la rueda y otros y así transcurría la infancia de mi generación. Pero dejaron de oírse los cascos de las Caballerías, el tañer de las esquilas de los rebaños que hacían la trashumancia por estas calles en primavera; y hasta las golondrinas tuvieron que abandonar su rasar por el suelo a la bienvenida de los asfaltos. Con la Guerra Civil vino la emigración masiva hacia las grandes ciudades y el Pueblo quedó sensiblemente mermado.


Parte de esta historia ha sido escrita, por mi buen amigo ya fallecido: D. Antonio Escobar Criado.

La otra parte ha sido escrita y redactada en su totalidad por: Antonio Rubí Acien.

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