Doblando el morrón de Cabo de Gata hacia levante encontraremos una serie de diminutas calas, de unos metros de longitud. Podemos acceder hasta esos minúsculos tramos de playa por un estrecho sendero que baja desde la carretera que va al Cerro de la Vela Blanca.
A pesar del atractivo que supone bañarse en tan inigualable paraje, se desaconseja el mismo debido a las corrientes marinas, oleajes y el propio fondo rocoso. No obstante, siempre podemos disfrutar del atractivo del arrecife de las Sirenas.