Iglesia Parroquial de Santa María de Ambrox (Dalías)

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Nombre del edificio

Iglesia de Santa María de Ambrox

Localización

calle Santo Cristo, 8 (Dalías)

Cronología

Siglo XIX - XX

Arquitecto

Propiedad

Eclesiástica

Catalogación


La actual iglesia de Santa María de Ambrox es un edificio construido entre el siglo XIX y XX, si bien es su fundación data de 1501. Este templo fue destruído durante la rebelión de los moriscos en la Alpujarra. Reconstruida la iglesia, el terremoto del 25 de 1804 la destruye nuevamente. Así, la nueva iglesia comienza a levantarse en 1817, y su construcción no concluirá hasta el Siglo XX. En 1993, la iglesia sufre un incencio incencio que afortunadamente sólo afectó al techo y algunas imágenes y talleres, de las cuales el Cristo de la Luz y la Virgen de los Dolores, una de las pocas que no se quemó en la Guerra Civil.


Descripción

La iglesia tiene planta de cruz latina, con tres naves, crucero, cabecera plana y sacristías a ambos lados de la capilla mayor. La nave central y el crucero se cubren con madera, colocado este último tras el incendio, que había destruido la primitiva cubierta bóveda de cañón. Por su parte, las naves laterales se cubren con bóvedas de arista entre espacios trasversales de medio cañón.

La capilla mayor alberga la talla del Santo Cristo de la Luz, obra realizada por el sevillano A. Castillo Lastrucci en 1939.

Existe una capilla dedicada al Padre Rubio, religioso nacido en Dalías que fue beatificado en 1985 por Juan Pablo II.


La fachada principal se divide en tres cuerpos, de dos alturas cada uno. El central es más ancho y alto, y ligeralmente saliente con respecto a los laterales. Alberga el acceso principal al templo, en archo de medio punto con arquivoltas, al cual se accede por una escalitana. Sobre la puerta se abre una hornacina de medio punto. El piso superior se separa del inferior mediante una cornisa sobre la que apoya una barandilla de hierro florjado. Tras la barandilla, se abren grupos de tres vanos de medio punto en cada uno de los cuerpos, siendo el central ventanas que dan luz a la nave principal, mientras que los laterales corresponden a sendas españadas, si bien sólo el izquierdo tiene campanas.


Incendio de 1993

El incendio se produjo a consecuencia de la cantidad de velas que se quemaban en la iglesia ,y los gases que estas producían, y se intensificó al estar la iglesia cerrada.

Serían las 6 de la mañana del día 20 de septiembre de 1993 cuando algunos vecinos vieron salir humo de la iglesia y salieron corriendo a informar del suceso por los altavoces del baile de la terraza del Casino, que aún permanecía abierto ya que celebrará la última noche de bailes de gala, en honor al Santísimo Cristo de la Luz.

Dada la noticia, muchos de los que allí estaban, corrieron hacia la iglesia , y abrieron la puerta trasera que da a la Hermandad, y a continuación la que comunica con la iglesia. De pronto, un bofetón de humo y calor les sorprendió y ante la imposibilidad de comprobar la magnitud del incendio, decidieron cerrar las puertas y avisar a los Bomberos, aunque antes tiraron de las cortinas que dan para laiglesia y las quitaron. Gracias a ello no se incendió también la sacristía con todas las reliquias que esta guarda en su vitrina.

Serían las 7.30 de la mañana cuando llegó un camión de Bomberos con tres bomberos. Cuando abrieron la puerta de la iglesia, los bomberos no querían que nadie se acercara a la iglesia por seguridad, pero Ángel Diaz y Gabriel Callejón, les insistían en que era mejor atajar el fuego por la Sacristía, con objeto de poder sacar al Cristo antes de que fuera demasiado tarde. Todos pensaban que al Cristo había que sacarlo por encima de todo.

Debido a la insistencia de los allí reunidos el bombero Ángel Benavides, saltándose el reglamento les dijo: “vamos, ayudarme con esta manguera, vámonos a la Sacristía”, saliendo así, delante Ángel el Bombero y detrás Ángel Diaz y Gabriel Callejón.

A partir de aquí todo fue muy rápido: Ángel Diaz le dijo a algunos de los amigos allí congregados que sujetaran la puerta para que no se cerrara a consecuencia de la fuerte corriente que allí había, al mismo tiempo se pegó un tirón de la camisa y dijo, “vamos a por el”. Se dirigió hacia el Santo Cristo, y sin mirar hacia atrás, pues nada veía aunque sabia donde estaba y chocó con el. Se abrazó a la cruz e intentó moverla desesperadamente, aunque el esfuerzo fue inútil. De nuevo bajó hacia donde estaban los demás vecinos y preguntó: ¿alguien que sepa quitar las cuñas rápido? ¡que el Cristo se nos quema!” “echarme una mano y lo sacamos en cinco minutos”. Ángel volvió a subir, y el bombero dejando la manguera en el suelo gritó:"Vamos a por el”, acompañándole en ese momento Gabriel Callejón. Ambos iniciaron la limpieza de obstáculos de la escaleras, Ramón Sanchez no lo dudó tampoco y subió tras Ángel Diaz y se agarraron a la cruz: Ángel Diaz apalancado a la base y Ramón Sanchez por encima , tirando de ella, zarandeándola, intentando partirla. Pero Ángel Diaz viendo que era imposible, sacarla o partirla bajó para abajo y preguntó, alguien que sepa como se sacan las cuñas, " Que el Cristo se quema Vamos". A este grupo de valientes, en esos momentos, sólo les importaba que el [[Cristo de la Luz no se quemara, por eso Jose Antonio Hernandez, al escuchar los gritos de los demás compañeros, se precipito hacia la Sacristía y en pocos segundos se unió también a Ramón Sanchez y a Ángel Diaz. Comenzaron a gritar a los que manejaban la manguera, para que dirigieran la manguera hacía ellos, pues el calor y el humo hacia imposible la permanencia allí. Simultáneamente subió Antonio Jiménez y detrás Victoriano Montoya que se quedó al fondo, pues no había sitio para mas personas, junto a la Cruz. Lo intentaban una y otra vez, los cincos agarrados cada uno donde podían. Ellos apenas si se veían pues el humo se lo impedía, no obstante se sentían unidos todos a la Cruz. El techo se desplomaba a su alrededor pero milagrosamente, junto a la cruz, no caía nada.

En un tirón la Cruz se suelta, Ángel Diaz que la abraza en la base no pude subir mas, solo queda una cuarta para sacarla totalmente del trono, mientras se balancea peligrosamente, Ramón, Gabriel, Antonio y José Antonio la sujetan con fuerza, y a la voz de “vamos con la cruz”, por fin sale completamente y vuelca sobre ellos, parece flotar en el aire, alguien o algo le hace caer suavemente.

Victoriano Montoya atento, detrás, pide ayuda, pues el solo no puede sostener la Cruz que se le viene encima, y el Bombero, que mientras tanto había estado limpiando de obstáculos el camino, corre en su ayuda. Ya se han echo con la Cruz y en sus brazos está el Santo Cristo.

Resbalan con el agua, tropiezan con los yesones, pero arrastrándose unos a otros, en segundos están en la puerta que comunica con la Sacristía. Allí reciben la ayuda de los hermanos, y entre los nervios y la alegría alguien desplaza de su sitio a Ramón, y este con lágrimas en los ojos lo recupera diciendo “este sitio es mío”.

Ya está el Santo Cristo y ellos en la Sacristía. y todos bajo el paraguas protector del Santo Cristo, pues nada mas atravesar la puerta de la Sacristía, el techo que les cubría cae sobre el trono, y el lugar donde el Cristo y ellos se encontraban, quedando todo cubierto de escombros y llamas.

Al salir a la calle , las lágrimas de sufrimiento, se convierten en alegría al ver al Santo Cristo rescatado de las llamas. Los aplausos y muestras de agradecimiento se multiplican.
Se dirigieron rápidamente hacia la plaza, y el cura insistía en llevarlo al salón parroquial pero ellos buscaban un lugar seguro y abierto, la plaza, y allí lo llevaron.

Eran exactamente las 7:45 de la mañana , cuando el Cristo llegó a la plaza, según confirma un vídeo realizado esa madrugada.

Estos seis valientes que sin ser profesionales contra incendios, y poniendo sus vidas en peligro no lo dudaron y desafiando las llamas y el humo, se lanzaron a salvar al Cristo de la Luz, porque sus vidas comparadas con la Sagrada Imagen de Santo Cristo, no valía nada en esos instantes.

Por ello, este homenaje dedicado a estos seis valientes: Ramón Sanchez Gomez, Ángel Diaz Suárez, Gabriel S. Callejón, Victoriano Montoya, José Antonio Garcia Hernandez, y Antonio Gimenez.


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