Edificios religiosos de Senés

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Senés está situado en la ladera sur de la Sierra de los Filabres, a una altura de mil metros, con un cielo azul, diáfano, un aire purísimo, rodeado de montañas en la mayor parte de su perímetro que lo sobrepasan en setecientos metros, con viseras pizarrosas que quieren darle protección como a un nido de amor, paz, pureza y por consiguiente felicidad.

Con la premisa, es fácil comprender, que sus habitantes han tenido la facilidad de meditar, de llenar el espíritu de poesía y como colofón de esta felicidad nos encontramos con un Dios Padre justo, un Hijo, Jesucristo Amor infinito y un Espíritu Santo Santo para llenarnos de Fe. Fe de Dios, en el Santísimo Sacramento, en nuestro Divino Rostro, en la virgen y los santos. Los seneseros, siempre han reconocido, no sólo el pan de cada día , el pan del amor sino también el aderezo, la presentación en este ambiente que nos hace, poder coger a Dios con la mano.

Seguramente, la semilla del Evangelio empezó a fructificar desde tiempos romanos, desde los Varones Apostólicos pues Senés por su situación estaba relacionada con Urci. Con romanos, bizantinos, visigodos, las predicaciones se harían en sinagogas y en la calle. No se han encontrado restos de construcciones de esta época. Las primeras construcciones religiosas fueron las mezquitas árabes.

Nuestro templo en su origen fue una mezquita, orientada al sur y con dimensiones menores. De aquella mezquita se conserva el minarete, el mihrab, algunas columnas en el suelo y el patio de las abluciones entre el minarete y la nave.

Por el día 23 de diciembre de 1489, pasó el rey Fernando el Católico por Senés cuando se trasladaba de Purchena a Tabernas, desde entonces, la mezquita siguió siendo musulmana mientras estuvo el cardenal Hernando de Talavera y usada por ella y por los cristianos. Con el Cardenal Cisneros y tras las revueltas del mil quinientos pasó a ser templo cristiano. Así sucedió con todas las mezquitas del reino de Granada.

A partir del bautismo general de los moros en el mil quinientos dos, todas las mezquitas pasaron a ser parroquias. Don Fernando y doña Juana en el mil quinientos once destinaron rentas suficientes para construir y restaurar los templos, en cumplimiento de las obligaciones que le imponía una bula pontificia, por la que se le concedía recibir dos tercias de los diezmos, Este derecho se lo transfirieron a los señores jurisdiccionales y sí cobraban pero lo tenían todo abandonado.

Se creó el obispado de Almería en el mil cuatrocientos noventa y dos, Fray Diego de Deza, Arzobispo de Sevilla, erige y dota las parroquias, en virtud de las facultades concedidas por el Papa el 26 de mayo de 1505. La iglesia parroquial de Santa María de Senés de la diócesis de Almería fue dotada de un beneficio simple servidero y una sacristía.

De 1570 al 1578 volvió a ser mezquita, si bien los musulmanes de Senés no se levantaron temiéndole al Marqués de los Vélez que también paso desde Oria-Purchena-Senés a Tabernas.

Cuando Don Juan de Austria derrotó a los moriscos de Serón en una encarnizada lucha, los de Tijola se salieron de la ciudad y deambularon por la sierra y en su retirada quemaron la mezquita, dejándola en alberca, fue por represalia porque aquí convivían cristianos y musulmanes en armonía.

El 4 de marzo de 1593, estuvo en Senés, Jorge de Baeza y Haro, vio que estaba repartiendo el término entre treinta vecinos a los que les habían dado treinta suertes y cuatro ventajas, por las que pagan el censo perpetuo ocho mil noventa y dos maravedíes. Ante este Sr. sólo se presentaron veintinueve. La iglesia estaba igual que la habían dejado los moriscos y decían misa en la sacristía que solamente caben diez personas.

Como se ha perdido el Libro de Repartimientos, se conoce la historia de este espacio de tiempo por las visitas de los representantes gubernativos.

El Rey ordenó que se repoblaran los lugares y se preocupo de que así fuera. Para ayudar a los repobladores y a que se levataran los templos, el Rey cedió su tercia para que los señores pudieran llevar a cabo la misión. Éstos cobraban pero no dedicaban nada a las restauraciones.

Los repobladores lo pasaron muy mal, por las escasas cosechas y las incursiones de los piratas berberiscos que venían saqueando y secuestrando a los pobladores.

Con fecha Senés 12 de noviembre de 1639, hay un auto de visita condenando al Marquñes de Aguilafuentes.

Hubo un acuerdo del ayuntamiento de senes enviado por carta al Sr. Obispo y remitida por este al Papa.

Esto fue así en tiempos revueltos de la Historia de España.

Por el año 1873 fue la gran restauración de la iglesia.

Por el año 1950, siendo Párroco don Fernando Gómez Lara se restauró el techo, por prestación personal. El albañil fue Ramón Fernández Egea, buen albañil que en cuanto vio que lo reparado quedaban peores condiciones, dio la voz de alarma y se restauró respetando la obra maestra. Inmediatamente después, invitó el Párrafo Don Fernando a su amigo, el reverendo Bartolomé Marín para que pintara el retablo y ornamentara el templo. Hizo una verdadera obra de arte, fue luna lástima que las humedades que entraron por la pared lo deterioraran. Era Dn. Bartolomé doctor en Historia y Bellas Artes y miembro fundador de al Tertulia Indaliana. Esta restauración fue bendecida por el Obispo don Alfonso Ródenas que aprovechó para Confirmar.

Nuevamente se deterioró la techumbre de la restauración anterior con las goteras, por las paredes entraban humedades que estropearon las pinturas del retablo y el Párroco Don Juan Torrecillas fue el responsable de la correspondiente restauración. Se inició con una Escuela Taller y otros presupuestos.

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