Bula pontificia

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Una bula es un documento sellado con plomo sobre asuntos políticos o religiosos en cuyo caso, si está autentificada con el sello papal, recibe el nombre de bula papal o bula pontificia. El nombre bula procede del latín bulla, término que hace referencia a cualquier objeto redondo artificial, y en un principio se utilizaba para referirse a la medalla que portaban al cuello, en la Antigua Roma, los hijos de las familias nobles hasta el momento en que vestían la toga.Refiere Plinio el Viejo que Tarquino el Anciano fue el primero que dio una bula de oro a un hijo suyo que teniendo apenas catorce años mató a un sabino en un combate. El mismo autor dice que según algunos historiadores había dado antes Rómulo una bula al hijo de Horto, primogénito de las doncellas sabinas, después del robo de ellas, el cual se llamó más adelante Tulio Hostilio. Los hijos de las familias nobles y ricas llevaban una bula de oro; los de condición inferior, como los manumitidos, llevaban en su lugar un pedazo de cuero. Cuando llegaban a la adolescencia dejaban los primeros la bula a la vez que la pretesta, y generalmente consagraban aquella a los dioses lares o algunas otras divinidades.[1] Diose en la antigüedad el nombre de bulas a los rescriptos de los príncipes, que llevaban un sello de oro, plata o plomo, ya porque se asemejaba este sello a las bulas que entre los romanos llevaban por adorno los niños, ya por alusión a unas tablas que se exponían al público, en las cuales constaban los días festivos, y tenían el mismo nombre. Convenía este particularmente a las ordenanzas de los príncipes, concernientes al bien público, porque se hallaban patentes y selladas, en lugar de que las cartas relativas a los particulares se espedian firmadas y cerradas. La palabra bula quedo por mucho tiempo apropiada a los edictos de los príncipes; después se extendió a los concordatos hechos entre los soberanos, que se autorizaban con sus sellos; hasta que por último, ha venido a aplicarse exclusivamente a los escritos de los papas sobre algún negocio de importancia.[2] En el siglo VI se comenzó a utilizar un sello circular, generalmente de plomo aunque en ocasiones muy solemnes podía utilizarse el oro, como medio de autentificar ciertos documentos. Este sello, no el documento en si, recibió el nombre de bula.

Información de Elvira y Lola

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