Armaos (Lúcar)

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Los Armaos

Esta tradición tiene su origen en la rememoración y el intento de representar la Resurrección de Jesús, cuando en la tumba de Jesús muerto tras la crucifixión, y estando custodiada esta por dos guardias, que al entrar en la tumba y verla vacía tras la Resurrección corrían despavoridos.
Cuenta la historia que en época medieval dos caballeros llegaron a Lúcar vestidos con armaduras y que en la noche del Viernes Santo (Lúcar), custodiarían y velarían el Cuerpo de Cristo frente al Monumento y la Imagen del Santo Sepulcro, en el que se guardaba el Cuerpo de Cristo hasta su resurrección, durante toda la noche, dejando al pie de este sus armaduras al día siguiente, desapareciendo sin dejar rastro.
A raíz de esto se quiso representar este momento, imitando la noche de la muerte y resurrección de Jesús y el momento en de la guardia de su tumba por parte de los soldados, usando las armaduras de los que fueron llamados los armaos, llamados así porque junto con las armaduras había lanzas o espadas.
Es una de las tradiciones más antiguas de Lúcar y que hoy día sólo se conserva viva en el recuerdo de los más mayores, ya que es una tradición que se mantuvo hasta la Guerra Civil, sobre el año 1936, y después de esta no se recuperó.
Consistió en en dos personas que se vestían con panzas, gorros, y dos lanzas, según unos como romanos y según otros como caballeros medievales (lo que se define como gorro, panza y lanzas podría ser tanto de caballeros medievales como de romanos, aunque los testimonios mayoritarios nos indican que eran caballeros medievales) que hacían guardia en la Iglesia de Lúcar, la Iglesia de Santa María, durante la noche del Sábado Santo. Durante los oficios que se realizaban para conmemorar la Resurrección de Jesucristo, cuando llegaba el momento de cantar el Gloria la gente que había acudido a la Eucaristía salía de la Iglesia y detrás los armaos, que en una especie de carrera iban hasta el paraje de la Santa, lugar considerado como el calvario y en torno al cual tenían lugar muchas de las celebraciones de la Semana Santa en Lúcar, pasando lo que se entendían como las estaciones una por una y luego volvían en su singular carrera por la calle La Loma, calle el Altillo en busca del Jesús Resucitado y regresando a la Iglesia. Durante el recorrido los armaos saltaban tapias y demás en el afán de correr.
La Iglesia se quedaba vacía hasta que no acababa tan singular carrera, momento en el que seguía la ceremonia.
Llegar a ser un Armao no era tarea fácil y era un mérito que no conseguía cualquiera. Se llegaban a hacer pruebas para que sólo los jóvenes más rápidos del pueblo llegaran a correr como Armaos. La tradición desembocó en una especie de carrera entre los armaos , que tenían público durante todo su recorrido desde la iglesia hasta la Santa,llegando a elegir entre cual sería el favorito para ganar esta contienda. Esto hizo que se dejaran de lado los oficios religiosos y que la iglesia no favoreció que está tradición se conservase después de la guerra.

José Fernández Ramos



Antonio Ruíz García

--Aruiz 20:27 5 may 2009 (CEST)


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